Recordemos que en la mayoría de los países del mundo democrático la responsabilidad de la organización de las elecciones recae sobre los respectivos ministerios del interior. Así lo fue en México hasta la crisis de legitimidad sufrida tras el supuesto fraude de 1988.

En aquella época, Manuel Bartlett, secretario de Gobernación, y quien irónicamente es hoy director de la Comisión Federal de Electricidad, fue acusado públicamente de haber provocado, o al menos, de haber sido omiso, ante la aparente caída del sistema de votos, lo que conduciría eventualmente a la victoria de Carlos Salinas de Gortari frente a Cuauhtémoc Cárdenas

Ahora, con el intento de reforma electoral buscada por AMLO, y que pretenderá legitimar públicamente bajo un aparente argumento democrático, el presidente mexicano, sin el menor miramiento hacia la historia reciente de México, quiere volver a aquellos tiempos donde el jefe del Ejecutivo era directamente responsable de la organización de los comicios.

De acuerdo al deseo de AMLO, cada uno de los tres poderes de la Unión deberá proponer veinte candidatos a consejeros de la autoridad electoral y veinte a magistrados del Tribunal Electoral; lo anterior, revestido de una supuesta convicción democrática que encierra un profundo espíritu populista característico de los regímenes de corte populista en América Latina ¡Con un poder Ejecutivo dominado nuevamente por el presidencialismo típico de antaño y un Congreso carcomido por los intereses de Morena!

¿Dónde quedará entonces el criterio de que los altos funcionarios de estos importantes organismos cuenten con la experiencia académica y profesional para el desempeño de responsabilidad de enorme responsabilidad para la vida pública de México? Bajo el cobijo de este argumento ¿por qué no entonces también someter a elección popular a los ministros de la Suprema Corte y a las cabezas de todos los organismos autónomos?

La propuesta de reforma electoral de AMLO contiene elementos de claro corte autoritario, pues mientras se esconde detrás de un dizque razonamiento democrático, encierra el deseo del presidente y de sus comparsas de intervenir directamente en la elección del árbitro electoral, y con ello, incidir en los resultados de las elecciones de los años siguientes.

AMLO se supera a sí mismo. Luego de tres años de gobierno, el presidente mexicano y su autoproclamada 4T han decidido finalmente lanzar la estocada directa contra el INE y el Tribunal. Para ello, ha ido sembrando el camino con innumerables ataques contra la autoridad electoral y contra sus consejeros, descalificándoles día tras día en los espacios mañaneros; mientras el Secretario de Gobernación Adán Augusto López viola abiertamente la Ley con su campaña a favor de la permanencia de AMLO en el cargo.

El próximo lunes, cuando apenas un puñado de mexicanos haya acudido a las urnas, y cuyo resultado sea abrumador en favor de la permanencia de AMLO en el cargo, el presidente mexicano contará con los elementos discursivos para legitimar el envío de su propuesta populista y autoritaria al Congreso de la Unión. Malos tiempos para México.

José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4