Ya con los resultados de la elección histórica del poder judicial prácticamente decididos, con cerca de 13 millones de votos, queda claro que existen muchas áreas de oportunidad, por decir lo menos, para mejorar este proceso de aquí a futuro.
Elegir a ministras y ministros, además de jueces y otros puestos judiciales no es poca cosa. En el caso de los ministros de la Suprema Corte, estos puestos son por 12 años (debería analizarse, a mi juicio, también la extensión de estos puestos, o una posibilidad de revocación de mandato).
La participación, cómo es el caso con elecciones intermedias, fue menor a la de la elección presidencial del año pasado. Por esto, es sumamente importante empatar la siguiente y subsecuentes elecciones del PJ con las elecciones federales.
Más allá de eso, la oposición tuvo la oportunidad de movilizar a sus simpatizantes e incrustar un par de ministras o ministros “fachos” en la Corte. Desistieron de ello, llamaron a la apatía y al abstencionismo y ahí están los resultados.
Que no lloren como niños lo que no pudieron defender cómo ciudadanos y ciudadanas, cómo adultos, pues.
A fin de cuentas, tienen aún la mayor parte del dinero, el poder y los medios corporativos. ¿De qué se quejan?