Con horror lamento y descubro que la vida y el futuro de los niños mexicanos que viven en este país está totalmente incierto, llenos de incertidumbre, de pocas salidas y recursos para una vida exitosa; de pocas opciones para su desarrollo personal y mental. Sin rumbo, pues.

De entrada, pareciera que no hay una secretaría o secretario apto y preocupado por la educación en México.

Sabemos todos que la ahora secretaria de la SEP, Leticia Ramírez, no tiene ni idea de cómo generar contenidos educativos ni crear programas curriculares ni hacer adecuaciones para los niños y niñas de este país que estudian la primaria y secundaria.

Ella está en ese puesto, porque, imagino, es amiga del presidente. Raro es que algún funcionario público no lo sea... Claro, muy cercano a él.

El tema de la salud mental en los niños y adolescentes de este país es un tema que AMLO simplemente no quiere ver.

Me sorprende que no lo quiera ver, teniendo a un hijo que acaba de entrar a la adolescencia.

Muchos niños y adolescentes están presentando cuadros severos de ansiedad, depresión e intentos de suicidio. Ya no se diga la cantidad de ellos que están recurriendo a sustancias para sentirse un poco más vivos.

Pero tampoco es algo que doña Leticia Ramírez atienda, claramente.

Y como pueden, con lo que tienen, las escuelas y maestros  intentan apoyar a los jóvenes, pero ya no es suficiente que haya una sola psicóloga en los planteles. Se necesitan de cambios radicales que no se están dando porque los niños en este país no son prioridad.

Ahora sale esta locura de que los creadores de los contenidos de los libros de la SEP no serán pedagogos sino ideólogos.

Es un horror lo que pretenden los muy apoyados por el presidente Marx Arriaga y Sady Arturo Loaiza (marxista y chavista venezolano, respectivamente); por cierto éste último gana más de 27 mil pesos mensuales trabajando por primera vez en el Gobierno de México.

Marx Arriaga ha dicho que pretende incluir en los textos de la SEP un discurso que confronte al colonialismo y las “miradas” blancas, occidentales y masculinas. Sembrando odios y resentimientos, pues...

Todo esto ¿qué tiene que ver con las enseñanzas pedagógicas? Absolutamente nada.

Es decir, en pocas palabras, la educación en México gracias a AMLO quiere estar impregnada de ideologías políticas para los niños y no de enseñanzas pedagógicas.

Si a esto le agregamos la desatención en el área emocional de niños y jóvenes, nos encontramos entonces con que no solo están habiendo problemas psicológicos severos en los estudiantes, sino que además está habiendo mucha deserción escolar.

Y es que la generación llamada “Z”, es decir, los nacidos entre 1997 y 2015 están pensando en, o bien ya no seguir estudiando aún en contra de lo que sus padres digan, o bien, irse fuera del país, muy lejos de todo lo que tenga que ver con México porque no son tontos y se dan cuenta que aquí no hay un futuro esperanzador para ellos.

El sistema educativo en México es un verdadero desastre.

Y lo más grave es que nuestros niños y jóvenes lo están pagando muy caro. Ellos, que son nuestro recurso más preciado.

Me da impotencia cuando mis hijos me platican del poco respeto que los jóvenes también tienen hacia sus mayores y la autoridad. Todo eso también lo han venido mamando del presidente, de su presidente, al que ven transgredir reglas, agredir a otros, desobedecer.

Por supuesto que permea en ellos está forma de conducirse del presidente.

No son tontos los niños por ser niños. Entienden perfectamente todo su entorno.

¿Cuál es la solución?

Que desde casa imprimamos valores, construyamos diálogos con nuestros hijos, les enseñemos y demostremos que sí tienen habilidades y formas de salir a enfrentarse al mundo.

Que hagan todo el bien posible hacia otros. Que no caigan en lo fácil y en el discurso político de arrabal.

Los padres tenemos que volvernos prácticamente maestros también.

De otro modo, el sistema educativo en este país creará a niños que no aprenderán a pensar ni a solucionar por ellos mismos sino que creerán que por abanderar ciertas ideologías tienen el mundo ganado.

Y no va por ahí. No, no va.

Gracias por leerme.

Es cuanto.