Conocí a alguien que convivió en prisión con Daniel Arizmendi, el tristemente famoso secuestrador “mochaorejas” y que mantuvo en jaque al país por años allá en los noventa; él afirmaba que el único criterio para elegir a sus víctimas era que fueran de origen español, ¿el motivo?, el veneno antihispanista que se inculcó durante el sexenio de Luis Echeverría, ya que, haciendo números, Arizmendi creció y fue a la escuela justo en esa época. De ese tamaño es la irresponsabilidad populista, al más puro estilo echeverrista, de pretender cambiar la historia.

Bien, hoy ya existe una enorme (y por muy pocos mexicanos imaginada) animadversión de España hacia México, además de (si, aunque sea difícil de creer) una crisis institucional de gabinete en el país ibérico por las palabras de un ministro en la inauguración de una exposición de arte prehispánico en Madrid.

Todo esto mientras este país se desangra y no crece, mientras no hay respuestas en cuánto, a cuándo y cómo las grandes obras de infraestructura del pasado sexenio van a comenzar a FUNCIONAR, mientras impresentables como el magnate evasor Salinas Pliego hace presentaciones públicas..., y así puede seguirse hablando de otros hechos, como del cobarde asesinato del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo.

Mientras la presidenta concentra sus esfuerzos en el tema “del perdón o no perdón de España”, México se hunde en violencia, en un crecimiento de CERO (nulo) y en unas conferencias mañaneras que son idénticas todas por las pocas respuestas y las muchas muletillas.

Parece que es momento de utilizar el instrumento de la revocación de mandato, previsto para el 2027, si no para que deje el puesto ya mismo, sí para que la voz de millones de agraviados se escuche. Otra: ojalá los beneficiarios de políticas públicas acertadas iniciadas en el sexenio pasado, sepan que son su DERECHO inalienable, que el voto es secreto y no le deben nada al gobierno, en cuanto a que solo cumple con su OBLIGACIÓN, y más aún, que tanto los programas sociales como los salarios, se verán estancados o disminuidos (en su valor real) si el país continúa con uno de los peores desempeños en el planeta en cuanto al tema del crecimiento económico.

Ojalá pues, por fin alguien se arme de valor y tome el estandarte contra la infamia, pero no una lépera que pega chicles abajo de los muebles, no un Alito Moreno, no la esposa del expresidente espurio, ni un magnate corriente y abusivo como Ricardo Salinas Pliego.