Hace unos escasos meses se daba a conocer la intervención del gobierno federal, si bien y de momento con una tímida inversión de cosa de 10 millones de pesos con la finalidad de donarla al municipio de Macuspana, cabecera municipal de Tepetitán, poblado de menos de 2 mil habitantes, a manera de biblioteca y centro cultural.

El sitio tiene un enorme e infravalorado (hasta ahora) potencial turístico para, no sólo el referido poblado natal del presidente Andrés Manuel López Obrador, sino también para el igualmente ya citado municipio de Macuspana, con 160 mil habitantes e incluso el estado de Tabasco completo, quien tiene ya atractivos turísticos, sobre todo zonas arqueologícas y museos prehispánicos, de clase mundial.

Y es que no se trata de ‘culto a la personalidad’ alguno, simplemente que AMLO es y será, guste o no, un personaje que quedará tatuado en la Historia de México, la cuál se ha ido escribiendo en periodos de seis años. Hombre quien llama la atención de propios y extraños, mexicanos y extranjeros, y su figura supone ya un hito en la comunicación en general y política y en lo particular, qué lo convierte en todo un fenómeno de masas; un “rockstar de la política”, lo han calificado ya no pocos.

Repito en que no se debe concebir la idea como una muestra de egolatría de parte del presidente, sino que federación, municipio y estado y sus autoridades deberían ir ya pensando en ampliar los alcances de la referida casa de centro cultural a casa museo, a manera de la que existe en el puerto de Veracruz, en memoria del presidente Adolfo Ruiz Cortines.

En Cuba, y así se trate de un personaje más que polémico, el Batey de Birán (localidad dónde nació y creció Fidel Castro Ruz), a pesar de estar retirado de La Habana, supone un atractivo turístico con no pocas visitas constantes, significando fuentes de empleo para la zona.

Y en Macuspana también se vería un nada despreciable efecto de redistribución del ingreso (propio de la noble actividad del turismo), derrama económica y puestos de trabajo bien remunerados para esa región del sur sureste de México.

En fin, ojalá las autoridades turísticas de los tres órdenes de gobierno puedan avizorar ese gran potencial del sitio y sus enormes áreas de oportunidad a futuro. Lugar donde, por ejemplo, se pudieran exhibir parte de los miles y miles de regalos y presentes que la gente le ha obsequiado a AMLO durante su tan extensa y activa carrera política, que en alguna bodega deben estar guardados, así como también mostrar al visitante fotografías y notas periodísticas de su larga, atropellada y encomiable lucha social.

En fin, el que esto escribe, hablando como un turista cualquiera y apasionado tanto de mi país y de la ‘industria sin chimeneas’, estaría fascinado de viajar a Tabasco para visitar ese lugar, y pienso que lo mismo pensarían muchos cientos de miles de potenciales viajeros más, que repito, llevarían con su presencia y la suma de todas estas, bienestar para ese poblado de, como haya dicho el poeta Pellicer representa “el agua” del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador.