“La puta y el fanfarrón, tienen poca duración.”

REFRÁN

Sé que el título de esta columna suena a una “vilchada”. Por lo mismo, quiero explicarme:

Entre despidos y renuncias, uno de los grupos más importantes —por parte de México— en las negociaciones del T-MEC se ha perdido. A partir de la renuncia de Tatis Clouthier, se desencadenaron una serie de salidas que dejan a nuestros negociadores del tratado en franca desventaja ante EU y Canadá.

Con el despido de Luz María de la Mora como subsecretaria de Comercio Exterior —quien, hay que apuntar, había iniciado desempeñándose en el cargo con la presente administración— se perdió una funcionaria capaz y que conocía los mecanismos de negociación y los puntos álgidos del referido instrumento comercial. Por lo lo visto ella sí había leído el T-MEC, incluidas sus letras chiquitas (no como muchos de la 4T que solo lo firmaron sin detenerse a averiguar lo que ello significaba).

La Subsecretaría de Comercio Exterior era/es un área altamente especializada; sigue teniendo una fuerte relevancia para la economía nacional. Es parte fundamental para comprender la operación del T-MEC y para ayudar a los sectores industriales de nuestro país a beneficiarse de los acuerdos.

A partir de esta pérdida, la Secretaría de Economía despidió a cuatro directores generales y a un jefe de unidad más. La forma de hacerlo es típica de prácticas nocivas e intimidatorias de la burocracia; no se privilegió la relación profesional de trabajo. Se les acusó de ocultar información y se advirtió les levantarían actas administrativas.

Cierto, en todos los gobiernos se conoce que las plazas de confianza no son permanentes y se puede pedir la renuncia en el momento en que el jefe superior así lo considere. Pero, dado que este gobierno se supone era diferente, siendo su propia gente y conociendo bien los procesos del tratado, la imagen que esto ha plasmado hacia afuera no es la mejor, particularmente al estar atravesando un momento tan crítico en las relaciones comerciales.

El despido de estos negociadores, aunado a la renuncia de dos funcionarios que tienen conocimiento de los procesos de solución de controversias, uno en el sector automotriz y otro de la industria energética, debería de prender focos rojos.

Mencionaré dos ejemplos: César Remis era el jefe de la oficina para la implementación del T-MEC en Estados Unidos y tenía a su cargo los temas de energía y la relación comercial con Estados Unidos, nuestro principal socio comercial. Con su renuncia, la oficina de la agregaduría comercial de México en Washington queda sin titular. Es tema muy sensible.

Una de las despedidas, Selene Magdaleno, era la directora general para la Alianza del Pacífico. Llevaba la organización de la Cumbre de la Alianza del Pacífico que se llevará a cabo en nuestro país a finales de noviembre en Oaxaca. A esta cumbre asistirán los presidentes de Chile, Gabriel Boric; de Colombia, Gustavo Petro; y de Perú, Pedro Castillo. Al no estar ella en esas pláticas (dado que no solo vienen los presidentes), la cumbre tendrá un cariz meramente ideológico y en ningún momento se plantearán formas donde dichos países pudiéramos trabajar de manera conjunta para mejorar nuestras economías (o no meternos el pie al menos).

De esta manera, hay algunos avisos que se desprenden de todo lo anteriormente descrito:

A) Qué bueno por los funcionarios que estaban —y que sabían—; mejor que estén lejos de todo esto antes de que los que se quedan provoquen mayores costos para México en las mesas de negociación.

B) Por supuesto, la actual secretaria de Economía siempre podrá decir que todo ha sido culpa de los que se fueron. Ya conocemos la cantaleta de culpar al pasado…

C) El gobierno de México sabe bien que, al final, haremos lo que defina el gobierno norteamericano, y que pagaremos sendas multas. El costo de la soberbia, ignorancia y prepotencia cuatroteísta lo asumirán los mexicanos, no los nuevos funcionarios.

D) El despedir a negociadores que conocen de su oficio muestra que Presidencia está furiosa con lo que Jesús Seade y la bancada de Morena en el Senado firmó —sin revisar—. Su estulticia solo lastimará más a México a partir de ahora.

E) Las mesas de negociación y, en su momento, los paneles de controversias con Estados Unidos y Canadá serán llevados al extremo. Nuestros representantes se pertrecharán al máximo en su ignorancia y terquedad; intentarán probar hasta dónde aguantan nuestros socios comerciales. Y es que la 4T ha optado por la peor técnica de estirar la liga, sin romperla…

En resumidas cuentas: nuestro gobierno firmó el T-MEC con ciertas adecuaciones que no leyeron y/o pensaron podían cambiar sin enfrentar ningún costo —romper sin asumir los costos—, mas no es así como funciona el marco internacional.

Entre despidos, renuncias, fanfarronadas de que hacemos lo que queremos sin consecuencias y la mentira lanzada por el propio presidente López Obrador de que ya no habrá controversias, todo hace intuir que nuestro país está elevando la apuesta.

Quizá en estos momentos previos a elecciones legislativas, Estados Unidos aguante los caprichos dictados por el lopezobradorismo. Pasando esos comicios, no obstante, nuestros desplantes le van a resultar doblemente caros a México.