En medio de los esfuerzos por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia para retirar a sus tropas y ciudadanos de Afganistán, un atroz atentado terrorista tuvo lugar el pasado jueves en el aeropuerto internacional de Kabul. El atentado fue inmediatamente atribuido a una “filial” afgana del Estado islámico, el mismo que fue responsable de la masacre en el Bataclán en 2015, en París, y de miles muertes de musulmanes en Oriente Medio.
Según fuentes oficiales, al menos 170 personas murieron, de los cuales trece eran militares estadounidenses y dos ciudadanos británicos.
“No lo olvidaremos, no lo perdonaremos, los perseguiremos y haremos que paguen por esto” declaró el presidente de Estados Unidos, Joe Biden como respuesta a los dramáticos sucesos.
El evento ha puesto en grave conflicto a Joe Biden, en medio de las fuertes críticas en su contra por la cuestionable decisión de no haber planeado una retirada que hubiese evitado, o al menos, retardado, la caída de Kabul en manos de los talibanes.
¿Qué puede hacer ahora el presidente Joe Biden? Como bien se sabe, el retiro de las tropas fue acordado por su antecesor, Donald Trump. Sin embargo, Biden es directamente responsable de los sucesos recientes en aquel país. En consecuencia, la principal tarea de Biden, del Secretario de Defensa y del Pentágono es asegurar la salida inmediata y segura de todos los ciudadanos estadounidenses, en coordinación con los gobiernos francés y británico.
En este tenor, el lector recordará la captura de la Embajada de Estados Unidos en Teherán en 1979, tras la caída del sah y con el advenimiento del ayatola Jomeini, y con él, el establecimiento de la ley islámica como forma de Estado. Este suceso representó para el presidente Carter el fin de sus aspiraciones de reelección.
Las lecciones que deben aprender las potencias occidentales son las siguientes: el Estado islámico continúa presente en Oriente Medio, lo que hace factible la coordinación de sus redes en Europa ( y lo que ello representa para países como Francia que han sufrido sobre su propio suelo el extremismo de estos grupos); se debe coordinar una estrategia internacional entre los aliados occidentales y países vecinos para garantizar el tránsito de sus ciudadanos hacia Estados seguros, y que las decisiones geopolíticas deben ser analizadas con mayor agudeza.
México, por su parte, de acuerdo con la Cancillería, recibió el pasado miércoles a 124 trabajadores afganos y sus familias. ¡Bravo! Este acto ha sido celebrado alrededor del mundo y ha refrendado el compromiso histórico de nuestro país con las causas humanitarias. En adición a ello, el gobierno del presidente AMLO, representado en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, deberá hacer escuchar la voz de México en favor de la protección de los millones de afganos que sufren hoy el embate del extremismo islámico.