Hay victorias que valen más que un trofeo, porque resumen una temporada entera de esfuerzo, talento y carácter. La de Isaac del Toro en el Giro del Veneto pertenece a esa categoría. El joven mexicano volvió a brillar en territorio italiano, tierra sagrada del ciclismo, confirmando que su nombre ya no es una promesa: es una realidad entre los grandes del pelotón mundial.

La 88ª edición del Giro del Veneto, con sus 169.5 kilómetros entre Vicenza y Verona, ofrecía un recorrido selectivo: un primer tramo llano seguido por cinco vueltas al circuito que incluye la subida a Cima Torricelle, una cuesta mítica que ha visto coronarse a campeones del mundo. Allí, a falta de 11 kilómetros, Del Toro lanzó el ataque decisivo, ese movimiento preciso y demoledor que solo los ciclistas con instinto ganador saben ejecutar.

Pero esta victoria no fue solo obra de un talento individual. Fue el resultado de una sincronía perfecta con su equipo, el UAE Team Emirates XRG, que volvió a demostrar por qué es una de las estructuras más potentes del ciclismo moderno. Entre todos, destacó el papel de Pavel Sivakov, el gran lugarteniente que marcó el ritmo cuando el pelotón amenazaba con neutralizar la fuga. Su labor fue tan generosa como decisiva: endureció la carrera, preparó el terreno y dejó el camino libre para que Isaac rematara con autoridad.

La imagen del mexicano cruzando la meta en solitario, con Verona de fondo y el corazón latiendo al ritmo de los tifosi, es la postal perfecta para cerrar su temporada. “Es increíble, otra victoria más gracias al equipo, en una de mis últimas carreras del año”, declaró con humildad Del Toro tras la prueba.

Palabras sencillas, pero cargadas de significado. Porque lo que hemos visto a lo largo del 2025 es más que una serie de resultados: es el nacimiento de un referente latinoamericano en el ciclismo de élite. Isaac ha corrido con inteligencia, valentía y un sentido de equipo que lo distingue. Y con cada triunfo, se gana no solo el respeto del pelotón, sino el orgullo de todo un país.

El Giro del Veneto es uno de sus últimos bailes del año, y lo cerró como los grandes: atacando, emocionando y dejando claro que lo mejor de Isaac del Toro apenas comienza.