IRREVERENTE

Les platico: La esencia de todo problema y su respectiva solución está en dilucidar ese dilema. La disyuntiva entre esas dos palabras solo existe en el idioma español. Ninguna lengua, ninguna, lo presenta. Así de rico es el lenguaje que nos naturaliza y soberaniza muy por encima de la desgastada verborrea de los políticos. Y más los de hoy en día, que al menor estornudo extranjero se declaran alarmadamente contagiados por la ”peste” de la intervención de países a los que debiendo tratar como socios, los ven como enemigos o adversarios. En seguida, 8 ejemplos del dilema que planteo con el título de mi artículo: Arre!

  1. Si el plan era ir a Washington a intimar con Biden después del desmadrito con el que quisiste boicotearle la Cumbre angelina de las Américas, intimidar en la casa del huésped causó que hoy anden con la cola entre las patas los que fueron y los que “organizaron” con las mismas patas una agenda sin pies ni cabeza.
  2. Algo más doméstico: si anoche llegaste una hora después de la que le dijiste a tu esposa, había que intimar con ella para bajarle los... enojos, pero si en lugar de eso trataste de intimidar, entiendo muy bien que hayas amanecido roncando y torcido... del cuello, en el sofá de la sala o metido en un cajón de la alacena.
  3. Uno más doméstico: si presumiste en la bohemiada que en tu casa eres el que siempre dice la última palabra y uno de tus dizque amigos le fue con el chisme a su esposa y ésta a tu mujer, debiste intimar con ella y no intimidar; con tu esposa, claro, no con la de tu amigo, no alimentes tu alocada ilusión con malos pensamientos. Tan fácil que hubiera sido al final de la baladronada de “macho alfa” que te aventaste entre meada y meada en la bohemiada, agregar simple y llanamente las que de verdad son las últimas palabras que profieres en tu casa: “sí, mi amor”.
  4. Si como proveedor entregaste fuera de tiempo y sin la calidad que tú cliente te pidió, había que intimar con él, pero si en vez de eso intentaste intimidar, vete despidiendo de esa relación... comercial.
  5. Si fuiste reelecto como alcalde y de buenas a primeras se te subieron los humores y empezaste a expropiar; a construir ciclovías; a llenar de multifamiliares las enaguas de la sierra y de oficinas el Centrito; a aislar salas de comedores y recámaras con sellos de clausura, debiste intimar -Miguel Treviño- con los sampetrinos, en vez de intimidar como lo estás haciendo.
  6. Si te sacaron de la lista de contratos con el gobierno o con el municipio o con la universidad, porque con el anterior gobernador o alcalde o rector te la bañabas, debiste intimar con los nuevos y no intimidar como lo estás haciendo.
  7. Si por las mismas razones -bañarte con los anteriores- cancelaron tu registro del padrón de proveedores, tendrías que intimar y no intimidar con apodos y expresiones babeantes a los nuevos.
  8. Si por confundir esas palabras tan semejantes pero a la vez tan distantes, andas batallando ahora para pagar las letras de la trocota que sacaste en abonos y las del trastero y la consola que en Elektra o Coppel te fiaron a pagos chiquititos, pero eternamente repetidos, te equivocas hoy al intimidar cuando lo que bien podrías hacer es intimar con los protagonistas de tus precarias historias.

CAJÓN DE SASTRE

“Como decía tu abuelita la alcaldesa: ‘ya ves, quién te manda’”, remata la irreverente de mi Gaby.