Héctor, un héroe anónimo, un rostro que se dibuja entre las sombras de aquella fecha fatídica en Hermosillo, Sonora. Sus palabras: “Todavía tengo grabado el llanto, el humo, el calor...”, no son solo un recuerdo; son el eco de una valentía excepcional, la huella indeleble de una fuerza interior que lo impulsó a desafiar al fuego, a desafiar a la muerte misma.

El 5 de junio de 2009, la tragedia en la Guardería ABC marcó a fuego la conciencia nacional. Un incendio que cobró la vida de 49 niños y niñas y dejó más de 100 heridos, exponiendo las terribles consecuencias de la negligencia y la corrupción.

16 años después, la herida sigue abierta, pero un emotivo reencuentro quedará grabado en la memoria: Héctor Gutiérrez se reunió con algunos de los niños y niñas que rescató de entre las llamas.

El hombre, visiblemente emocionado, recordó cómo entró en el edificio en llamas para rescatar a los bebés, salvando a 17 de ellos. Otro héroe más, Francisco Manuel López Villaescusa, derribó una pared con su camioneta, golpeándola 21 veces para abrir un camino y poder rescatar a más criaturas atrapadas en el infierno de humo y fuego.

El reencuentro del pasado jueves fue emotivo, sellado con un abrazo silencioso. No hay necesidad de palabras; los ojos hablan de una experiencia compartida, de una deuda de gratitud eterna. Para esos jóvenes, para sus familias, Héctor no es solo un hombre; es un ángel, un protector que los rescató de las garras de la tragedia.

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Hermosillo ha sido desde 2009 una ciudad marcada por el fuego, por el dolor, pero también por la resiliencia.

La falta de condiciones de seguridad adecuadas, las negligencias administrativas y la ausencia de justicia plena siguen siendo el centro de la exigencia social. Los padres y madres de las víctimas continúan su lucha incansable, exigiendo que se haga justicia y que se eviten tragedias similares en el futuro.

A dieciséis años de aquella pesadilla familiares de las víctimas, sobrevivientes y vecinos realizaron una marcha conmemorativa. Desde las ruinas de la Guardería ABC, ubicada en las calles Mecánicos y Ferrocarrileros, en la colonia “Y” Griega, partió una procesión cargada de dolor y esperanza. Las campanas repicaron 49 veces, un doloroso recordatorio de cada pequeña vida perdida.

La jornada culminó con la lectura de los nombres de los 49 niños fallecidos, un conmovedor recordatorio de las vidas perdidas y un llamado a no olvidar. La frase “ABC nunca más” resonó con fuerza, sellando un compromiso para que la tragedia no se repita y para que la memoria de las víctimas impulse un cambio profundo en el sistema.