En México, no hay otra institución más eficaz y de observancia general, que el puente laboral en el que se rinde tributo año tras año, al aniversario de la aparición de la imagen grabada en un ayate de fibra natural, de la Virgen Santa María de Guadalupe, tradición de veneración católico-cristiana, pero sustentada en otra tradición precolombina: la imagen petrificada de Tonantzin, deidad feminizada de origen nahuatlaca, en el Valle de México.

Y así como la ley se mide en su eficacia, en la medida en que es obedecida y respetada por el gobernado, así también el culto a Guadalupe, específicamente en el Día del Aniversario de su Aparición, un 12 de diciembre de 1531, día en que se verifica su cuarta aparición en el Cerro del Tepeyac, al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin -según reza la leyenda-. Así también el mexicano contemporáneo ha sabido darle un valor simbólico de profundas raíces culturales y ha hecho de esa fecha, una de indefectible culto de guardar a quien es la “Patrona de México”, no solo la madre del mesías de origen hebreo en el Nuevo Testamento.

Santa María de Guadalupe pasó de ser un signo a un símbolo neurálgico de la cultura mexicana.

Pues de ser un signo que denotaba directa y concretamente un significado relativamente delimitado, como lo fue la piedra simbólica que semejaba a una figura de mujer con autoridad y magnetismo, a quienes los habitantes precolombinos originarios del Valle de México mostraron su fe incondicional, pasó a ser todo un símbolo que aglutinaba connotaciones diversas y potencialmente mayores a las de Tonantzin: Guadalupe representó a partir de aquel diciembre de 1531, identidad y mestizaje, más allá de lo marcado por el lenguaje litúrgico de la religión.

Ha tenido también una connotación de maternidad y protección para peninsulares y novohispanos.

Las columnas más leídas de hoy

En todo su sincretismo, con todos sus signos, Guadalupe es el dominio pleno durante la noche, la oscuridad y la incertidumbre, para todos los mexicanos involucrados en momentos de duda existencial y de resquebrajamiento moral.

Amor, consuelo, esperanza y protección han sido denominadores comunes en cada rezo de cada mexicano de todos los tiempos, desde que la identidad misma hizo propicio el gentilicio. Particularmente en sus momentos más álgidos de crisis emocional o material.

Cuya significación más exacta está dada por la letra misma de aquella canción autoría de Felipe Llera y Manuel José Othón, inmortalizada en 1949 por Pedro Infante en la cinta La mujer que yo perdí: “¡Ella me cuida si duermo… Me vela si estoy enfermo y me ayuda a cosechar!”

Guadalupe es la imagen mariana más difundida en todo el orbe, que puso a México (siendo la Nueva España) en el centro del sistema global imperante, pues conectó al archipiélago filipino con el centro de la metrópoli europea dominante de la época (siglo XVII), que fue Madrid, la capital del Imperio Español, la Madrid de Carlos IV para los hispanohablantes y que también asumió el nombre de Carlos V para los germánicos y flamencos del norte de Europa, hasta donde llegaban sus dominios, pues “en su reino no se ocultaba el sol”.

Virgen pura, deidad honesta y justa que no ha quedado a deber a los mexicanos ni por asomo. Que se ganó su lugar con creces.

El pueblo ha hecho suyas las especies noticiosas históricas, transmitidas por nuestros padres y abuelos de generación de que, por ejemplo, para mitigar la inundación de la Ciudad de México en 1629 o para curar la peste de 1736, se le llevó a la Catedral e hizo el milagro.

Y es tan noble, tan generosa la fe guadalupana, que en ella caben todos los individuos sin distingo de taxonomía religiosa o de creencia ideológico-política.

Todo mundo puede ser guadalupano; la mejor forma de creencia es la de la fe guadalupana, que no discrimina a nadie ni corrige ni prescribe, en ninguno de sus términos, solo recibe y comprende con amor y tolerancia a quien se acerca a ella fielmente arrepentido.

Así es como puede haber en el mundo actualmente “marxistas guadalupanos” y “materialistas pentecostales”, por ejemplo. Aberración ideológica de proporciones mayúsculas

Y el 12 de diciembre, sendos sindicatos mexicanos, debidamente orientados en su ideología al materialismo histórico, por tanto, al ateísmo rinden culto y guardan el día de laborar, por su “fe guadalupana”.

Así, por ejemplo, hoy no labora un sindicato de suyo, autoproclamado materialista ateo, como el de trabajadores adscritos a la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) ni tampoco el Sindicato de Trabajadores Bancarios de México, por lo que no hay servicios bancarios este día para la población.

Ha sido tan fuerte la influencia “guadalupanista” en el mundo profano de nuestros días, que aquella ha sido capaz de transformar las almas y la creencia de millones de trabajadores ideológicamente adiestrados y con conciencia de clase, que hasta han abandonado las filas del sindicalismo tradicional y han decidido seguir al ‘ideal guadalupano’ hasta sus últimas consecuencias… llevándolo hasta el ideal contractual.

Hoy, muchos gobiernos estatales y municipales, y el propio gobierno federal, cierran muchas de sus áreas y funciones neurálgicas al público. Sin otra explicación que: “Es Día de la Virgen”.

Pero una circunstancia que bien puede catalogarse como un auténtico “milagro” del guadalupanismo en los días corrientes, es el hecho de que en México, por ejemplo, desde los primeros días de diciembre, la virgencita del Tepeyac transforma súbitamente a todos los taxis ruleteros de la Ciudad de México que andan en la calle en carros “de sitio” o de “base turística”, por lo que en el acto, al levantar el famoso “banderazo”, los choferes le espetan al usuario una tarifa de hasta 27 pesos de arranque, cuando la autorizada es de $8.76.

Son tiempos de milagros, sin duda, los que gravitan alrededor del 12 de diciembre de cada calendario. Propicios para que los gobiernos mismos, se impongan coercitivamente al ciudadano imponiéndole vía decreto y sin consenso -ni aviso- alguno, aumento a las multas de tránsito en la CDMX.

Por ejemplo, se endurecieron las sanciones para vehículos que transportan materiales peligrosos en la CDMX, según lo publica la Gaceta Oficial de la propia CDMX.

Así entonces, pipas, químicos y otros transportes de carga con materiales peligrosos, enfrentarán nuevas disposiciones en el Reglamento de Tránsito publicadas en octubre 2025, alcanzando montos de hasta 68 mil pesos (equivalente a 600 UMA), aplicables a infracciones como estacionarse cerca de zonas de riesgo o incumplir límites de velocidad reducidos (30 km/h) en zonas sensibles.

Estas reformas buscan -supuestamente- mayor seguridad vial, afectando principalmente a ciertos conductores, aunque existen descuentos del 90% si pagas rápido.

Y es que, en nuestro país, el índice inflacionario alcanzó su nivel más alto en 20 meses al ubicarse en 4.43%; por lo que los servicios encarecieron por segundo mes consecutivo. Hasta en un 3.80% anual, en noviembre.

Lo cierto es que al final, la Virgen de Guadalupe y el puente “Lupe-Reyes”, resultan ser el mejor respaldo y refugio de las acciones que van en detrimento de la ciudadanía. Y esta asume y obedece con fervor laico. Con convicción profana.

El Gobierno le tiene tomada la medida por décadas a la población.

Si esta fuera feligresía del Gobierno, quizá no fuese tan condescendiente y obediente, como lo es con la Virgen de Guadalupe, auténtica institución de los mexicanos muy por encima de los signos y los símbolos, sean seculares o sagrados.

¡Pueblote que somos!... Noble y leal, como Guadalupe, seguramente.

Héctor Calderón Hallal: @pequenialdo; @CalderonHallal1