La campaña de Claudia hace agua, por un lado, con su propuesta de continuidad ahuyentó a buena parte de los moderados de Morena, los que se dieron cuenta de la tragedia que ha sido la 4T y, por otro lado, a la clase media que cada día está más decepcionada.

Hace hace seis años muchos le dieron el beneficio de la duda a Andrés, hoy, expresan decepción y rechazo, en estas condiciones es difícil que pueda conseguir el triunfo y mucho menos el amplio margen que obtuvo hace seis años.

Digo dos cosas

Claudia se debate entre dos posiciones y las dos son terribles para sus aspiraciones presidenciales. La primera, la que repite en sus discursos de campaña y se considera como la plataforma de su programa de gobierno, llevar al país al segundo piso de la 4T, es decir, consolidar lo que ha venido haciendo AMLO y que ha generado una terrible decepción en buena parte de la población.

La segunda, de manera contradictoria, anuncia que se separará de AMLO. Ella, como sus escribanos aseguran, una vez que llegue al poder será quien gobierne, incluso ha comentado que no lo hará a la distancia, que es errónea la idea de que habrá un “teléfono rojo” que conecte a Palacio Nacional con Palenque para recibir instrucciones.

Las contradicciones

Pero en sus discursos, Claudia imita a AMLO y presenta sus mismos argumentos, que la seguridad está mejor que nunca, que todo es culpa de los conservadores, Calderón y García Luna. El Tren Maya no se descarriló, fue un “sabotaje” y le pide a Xóchitl que en lugar de denunciar ante la FGR la corrupción de los hijos de AMLO y parentela, responsables del incidente, que denuncie a García Luna. Claudia insiste en que el sector salud está mejor que nunca y en que el IMSS Bienestar continuará, lo mismo que la Megafarmacia, aunque implique el mismo dispendio que se ha dado en el sector.

En educación lo mismo, continuará siendo rehén de la CNTE y destrozando al sistema para consolidar la estrategia de utilizar la educación como instrumento de control de la población. Como AMLO, Claudia ataca a las instituciones y a los poderes de la unión, pretende someter a la SCJN, eliminar a los órganos autónomos, tener control total sobre la FGR y las fiscalías estatales, acabar con el INAI, Cofece y posiblemente, ya con más poder, se anime a quitar la autonomía del Banco de México. Ella mantendrá Pemex y CFE bajo el mismo esquema que ha fracasado y continuará con las obras faraónicas y por ende, con el dispendio de recursos y el nido de corrupción que han sido.

En el Tren Maya ya se conocen las transas y corruptelas de la parentela, los hijos y los amigos de los hijos de AMLO; en Dos Bocas, el lodazal de Rocío Nahle, su esposo y sus compadres y en el AIFA, el de los mandos del Ejército que se prestaron al desastre.

La sombra de Andrés

Lo mismo por todos los ámbitos de la administración, sin embargo, Claudia como la principal promovente de las políticas fallidas, se convierte en escudo y garantía de la impunidad del “líder máximo” y sus cercanos.

La candidata presume ser una “científica”, pero, al igual que el primer presidente electo del Maximato Pascual Ortiz Rubio, quien destacó por ser uno de los militares más estudiados, con la profesión de ingeniero civil, permaneció a la sombra de quien en realidad gobernaba, Plutarco Elías Calles, el “líder máximo de la Revolución” como se hacía llamar; él impuso a prácticamente a todo el gabinete y tenía control sobre los gobernadores. Elías Calles ya había liquidado a Obregón y para que Ortiz Rubio entendiera el mensaje, al ganar sufrió de un atentado y cuando quiso hacer algo, fue obligado a renunciar.

Ahora, de manera similar, todos los candidatos de Morena y sus aliados fueron “palomeados” por AMLO y Claudia no eligió ni en la CDMX. Lo peor es que se maneja que AMLO ya decidió quién será secretario de la defensa nacional. Cargo que, desde la época de Cárdenas, quien decidió institucionalizar y dar al Ejército una categoría Constitucional para salvaguardar las instituciones de la República incluyendo la presidencia, se elige desde la estructura del propio Ejército.

AMLO en campaña sostuvo que no militarizaría, pero cambió y no solo militarizó al país, sino que le dio un sesgo dictatorial, mientras Claudia, que asegura defender la civilidad del poder, ni las manos mete.

Por qué Claudia

Al final, los propagandistas de Claudia hablan de su experiencia y profesionalismo, pero basta revisar un poco para saber que no tiene historial de nada, solo ha tenido cargos públicos y partidistas que AMLO le dio, nada ganado por sí misma.

Claudia representa la continuidad, no habrá un rompimiento, eso solo es algo que sus estrategas intentan vender como esperanza para que los inconformes de Morena regresen o para atraer a las clases medias dudosas.

De ganar Claudia endurecerá las posiciones y lo que hoy es “oposición” pasará -o pasaremos- a disidentes y la represión crecerá, todo en favor de los intereses de AMLO y su clan. Por eso Claudia está ahí y puede ser la peor candidata, pero es la mejor para AMLO y sus secuaces.

Que no nos vuelvan a engañar.

X: @diaz_manuel