El expresidente Vicente Fox continúa generando polémicas innecesarias. Hace apenas unos días estuvo en Venezuela, donde reunió a un puñado de personas y gritó consignas como “Viva la democracia” “Viva la libertad” y “Viva el pueblo de Venezuela”.
No es nueva la animadversión del guanajatense hacia el régimen de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. El lector seguramente recordará aquellos momentos de los años 2000 cuando el presidente venezolano le espetó al panista: “No se meta conmigo porque sale espinado”. Ahora Fox se lanza nuevamente contra el actual presidente del país sudamericano.
No hay duda de que la Venezuela de Hugo Chávez, y ahora, de Nicolás Maduro, ha sufrido lo indescriptible en términos de degradación democrática, del respeto a la libertades y ante el autoritarismo, y tampoco hay duda de que el régimen merece la condenación del mundo. No obstante, el expresidente Fox no es quizá el mejor para hacerlo.
Para la mala fortuna del PAN y de la oposición, Vicente Fox no ejerce más algún tipo de liderazgo. Por el contrario, sus opiniones recientes en favor de Xóchitl Gálvez han sido sobremanera desafortunadas y han sido utilizadas por Morena como medio para descalificar a la oposición, de pintarlos como una minoría conservadora, y en suma, de descarrilar la carrera de la panista a la presidencia de Mexico.
De nada seguramente han servido los spots televisivos donde aparece Fox incitando al voto en favor de la oposición. ¿De verdad el PAN debe recurrir a la figura del ex presidente para animar a los votantes a repudiar a Morena y a confiar en la oposición?
Atrás han quedado pues otros momentos de la vida política de Mexico cuando la voz de Vicente Fox pesaba sobre el electorado. Sí que fue un líder. Lo fue en su momento. Su carisma, discursos y estilo propio caracterizado por hablar mal y vestir con botas generaron en aquel lejano 2000 la esperanza de un cambio. Los mexicanos creyeron en él y lo convirtieron en el primer presidente de oposición. No obstante, el encanto de su carisma se desvaneció tras la desilusión sufrida por sus votantes tras su gris gestión como presidente de Mexico.
Se ha convertido ahora, con sus tweets mal escritos y peor redactados, en un pasivo para una oposición que busca abrirse una oportunidad de triunfo contra Claudia Sheinbaum y la implacable maquinaria morenista. En ese sentido Fox debería emular la máxima priista que concitaba a los expresidentes a silenciar sus opiniones una vez que dejaban el cargo. Fox es un pasivo para la oposición.