La ley no se consulta

Es cierto, la ley no se consulta, tal como lo dicen prácticamente a diario quienes se oponen a la votación del próximo domingo relacionada con si se debe investigar, o no, a los expresidentes.

Pero no es eso lo que se va a preguntar en la consulta —perfectamente legal, por cierto— sobre el papel de Salinas, Zedillo Fox, Calderón y Peña Nieto.

La pregunta no es “¿estás de acuerdo en que la ley de ninguna manera se consulta?”. Desde luego que no es así.

La pregunta es otra, por más que el poder judicial haya recurrido a médiums para pedirle al espíritu errante de Cantinflas que la redactara.

Sin duda, a pesar de su tonta redacción la pregunta se entiende, todos comprendemos que se trata de saber si la gente que vote está a favor, o en contra, de que el actual gobierno investigue, para castigarlos si se les encuentran delitos, a los expresidentes Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña.

Todos contra uno

En los medios de comunicación hay dos grupos: la minoría de uno, La Jornada, que está claramente a favor de la consulta y la promueve con entusiasmo, y el resto, esto es, la inmensa mayoría de los diarios e informativos de TV y radio cuyos periodistas desean que tal ejercicio fracase para darle una lección a su principal promotor, el presidente AMLO.

Lo anterior explica que en todas las encuestas que se han realizado sobre la consulta quede claro que muy poca gente participará, esto es, no se cumplirá el requisito para que el resultado de la votación sea vinculante: que haya acudido a las urnas el 40% del electorado.

Como ganará el , y por amplísimo margen —así solo haya votado el 20% del padrón— a la consulta la seguirá un debate intenso.

Los simpatizantes de AMLO y la 4T exigirán investigaciones serias contra Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña.

En cambio, quienes se oponen a López Obrador —ya por complicidad con los expresidentes, ya por simples ganas de generarle problemas al actual gobernante—, gritarán que han logrado la inmunidad política y legal los señores Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña.

Creo que, más allá del ruido mediático, conoceremos pronto resultados de las investigaciones contra los expresidentes. Si cometieron delitos, serán juzgados. No creo, por cierto, que les vaya a servir para conseguir amparos ante los jueces el hecho de que en la consulta la participación haya sido bastante menor al 40% del padrón electoral.

Calderón y los medios

Hoy se publica en Milenio un interesante articulo del encuestador Francisco Abundis sobre la consulta.

En su texto lo que más me ha llamado la atención es lo que dice de la popularidad del ex presidente Felipe Calderón. El encuestador menciona lo siguiente:

Que en sus mediciones el 75% de la gente responde “sí” a la pregunta de si se debe juzgar a los expresidentes.

Que “la imagen de los expresidentes explica en buena medida la respuesta del ciudadano a la pregunta de la consulta”.

Que todos los expresidentes tienen una imagen negativa frente a la opinión pública. La más baja es la de Carlos Salinas de Gortari y la menos negativa es la de Ernesto Zedillo.

√ Que “es notable la forma en que ha cambiado la opinión del expresidente Felipe Calderón. Mientras había sido positiva hasta 2018, es evidente cómo empieza a bajar a partir de entonces”.

√ El encuestador Abundis no sabe si la caída en la aprobación de Calderón “es consecuencia de los ataques del actual presidente a sus predecesores o responde a que en general suele haber una visión crítica de toda administración anterior”.

Calderón y su complicidad con el PRI... y con los medios

El señor Abundis es muy buen encuestador, pero a veces no ve más allá de sus números.

Es verdad que la popularidad de Calderón ha caído porque “en general suele haber una visión crítica de toda administración anterior”.

Lo que Abundis no se pregunta es por qué fue excepcionalmente buena la relación Calderón-Peña.

En efecto, estamos hablando de una excepción a la regla de que “en general suele haber una visión crítica de toda administración anterior”.

Ernesto Zedillo no solo fue crítico de Carlos Salinas, sino que inclusive trató de meterlo a la cárcel. Zedillo tenía elementos para hacerlo, pero no se atrevió: se conformó con arrestar al hermano del expresidente, Raúl.

Vicente Fox, por lo menos de dientes para afuera, fue muy duro con los gobiernos del PRI, incluido el de Zedillo.

Felipe Calderón seguramente tenía ganas de encarcelar a Fox, o al menos a sus hijastros, pero por disciplina partidista se las aguantó. Eso sí, el aparato de comunicación de Calderón, para ocultar los errores enormes de este personaje, alentaba toda clase de campañas mediáticas contra el foxismo.

Enrique Peña Nieto fue más que amable, apapachador con Calderón. Desde la campaña. El último secretario de Hacienda del calderonismo, José Antonio Meade, era íntimo amigo del coordinador de las actividades electorales del peñismo, Luis Videgaray, quien fue el primer titular de Hacienda con EPN.

A nadie extrañó, entonces, el papel tan relevante del calderonista Meade en el gobierno de Peña. Meade fue el pasado sexenio tres veces secretario: de Hacienda, de Desarrollo Social y de Relaciones exteriores. También fue elegido por Peña Nieto como el candidato presidencial del PRI.

La coincidencia de proyectos, de ideología y hasta de amistades hizo que Peña Nieto, como presidente, y Calderón, como expresidente, se llevaran muy bien.

Pero Calderón pidió algo más y Peña lo concedió: apoyos a no pocos periodistas que eran sus amigos. Lo saben los colaboradores más cercanos a EPN. En Los Pinos batallaron bastante para cumplir el capricho calderonista, ya que no había forma de justificar, con estadísticas de audiencia, los pagos a no pocos columnistas que el esposo de la señora Zavala pidió fueran muy bien tratados en el peñismo.

Resulta comprensible que ningún gobernante mexicano haya tenido tan buena prensa todo un sexenio después de haber terminado su periodo.

AMLO y Calderón: todo se derrumbó

Las cosas se modificaron radicalmente para Felipe Calderón con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia. Para empezar, los políticos calderonistas se retiraron, todos, del gobierno. Y sus amigos columnistas perdieron privilegios, por lo que dejaron de poner el acento en la defensa de Calderón para concentrarse en cuestionar a quién les hizo perder dinero, AMLO.

No sé si Calderón cometió delitos. Sí sé que sus dos principales policías están en la cárcel, uno en México y el otro en Estados Unidos. Uno por tortura y el otro por colaborar con el narco. ¿En serio don Felipe no estaba al tanto de los malos pasos de sus estrategas de la fallida guerra calderonista contra el crimen organizado?

Quizá, pronto Calderón no tendrá tiempo para estar tan entretenido manejando coches de lujo en carreras de aficionados.