La violencia machista es gradual y se dice que gráficamente podría observarse en una espiral ascendente, sobre todo al tratarse de parejas. Me lo ha dicho la especialista Frida Gómez, colaboradora de SDPNoticias.
Ella apunta, basada en datos, que hay violencias letales y violencias que, estadísticamente, afectan a la mayoría de la población femenina sin que ello las introduzca en la espiral del riesgo de morir en razón de las mismas.
Toda violencia contra las mujeres es condenable. Pero los hechos que suelen llevar a feminicidios —notablemente los delitos en la vida de pareja— merecen un trato proporcional desde el Estado, ya que lógicamente son más graves y deben atenderse con absoluto rigor, colocando siempre a las víctimas en el centro; desde luego sin dejar de mirar a las otras violencias.
En opinión de Frida, el acoso sufrido por la persona más poderosa del país, la presidenta Claudia Sheinbaum, demuestra que hay dos estructuras paralelas: la política y la antropológica.
En la política, Claudia ocupa el cargo más alto: ganó por sus méritos no solo la investidura presidencial, el mayor de los honores, sino que por su buen trabajo se ha convertido en un referente moral pues cuenta con la mayor aprobación de la historia.
Pero en la estructura antropológica, como recuerda Frida, la presidenta Sheinbaum es una mujer, y el cuerpo de la mujer, lo ha expresado con erudición Rita Segato, es un territorio sobre el cual se ejercen violencias relacionadas a la posesión y la dominación, territorio de conquista que desde las estructuras machistas se mira como lo que puede ser invadido, tocado, ultrajado.
Ese ultraje, sigue argumentando Frida Gómez, tiene que ver con que otro manifieste la decisión de hacerlo simple y sencillamente por el hecho de estar en una situación en que pueda tocar o algo más. Semejante poder de controlar el cuerpo ajeno, en el caso de la mandataria fue inmediatamente contenido por su equipo de ayudantía, pero con todo y la inmediatez, aquellos segundos fueron tan largos como para llevarla a emprender una estrategia de combate al acoso, empezando por la exigencia de homologar este delito en todo el país.
La lucha contra el acoso ya está entre las tareas de la Secretaría de las Mujeres que deberá coordinar a las legislaturas de los estados de la república, así como concientizar con una campaña dirigida a los potenciales agresores para que entiendan por qué no acosar, por qué no difundir contenido que exhiba acoso, por qué no es culpa de las víctimas, por qué habría que creerles a ellas y, principalmente, por qué no se debe tocar ni hostigar a quienes no tienen siquiera oportunidad de dar algún tipo de consentimiento o deseo.
El hecho es que, subraya la especialista que estoy citando, resulta urgente observar los otros delitos, aquellos por los que las mujeres están perdiendo la vida, esos que no ocurren, como el acoso callejero, en la vía pública ni a plena luz del día. Se refiere Frida a los crímenes cometidos en privado por parejas y exparejas, que son los que engloban los delitos más letales según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
El feminicidio es cometido principalmente por parejas y exparejas
Frida Gómez pone las dos violencias una frente a la otra, y encuentra dos verdades incómodas:
1.- La violencia no letal (acoso, groserías, humillaciones, violencia psicológica) es masiva y estructural; millones de mujeres la sufren. Lo demuestra la Encuesta nacional sobre la dinámica de las relaciones en los hogares 2021, y lo confirman las tendencias. Gran parte del acoso se queda sin denuncia, en la cifra negra, porque hacerlo implica tiempo y recursos. La presidenta ha logrado visibilizar la vulnerabilidad en espacios públicos con la valentía de afrontar realidades que hieren, pero que en ella, se hacen logro valiente que inspira a la denuncia. Deben aprender de este ejemplo y redoblar esfuerzos las fiscalías y los tribunales. La presidenta tiene la investidura e inclusive una oficina jurídica que la defiende y representa, pero no es la realidad de la mayoría de las mujeres. Todos los casos de mujeres agredidas deben asumirse por las fiscalías como propios y sin corrupción hasta lograr justicia en los tribunales.
2.- La violencia letal (feminicidios, homicidios dolosos en contexto de género, violencia vicaria) ocurre en menor número absoluto que el acoso callejero, pero produce el daño máximo —la muerte— y además es la punta visible de un continuum de violencia que casi siempre arranca en la casa, en la pareja, en el control. En suma: la violencia de pareja es menos frecuente que el acoso, pero infinitamente más letal y con consecuencias irreversibles.
De enero a agosto de 2024, informa Frida, se registraron 8,708 llamadas de emergencia por acoso y hostigamiento sexual, un aumento de casi el 10% respecto al año anterior. Esas llamadas no fueron propiamente denuncias contra un sujeto identificado. La mayoría de ellas se mantienen con vida, pero el gran peligro es que los agresores son reincidentes. Quien gusta de acosar, lo hace como quiere y con quien puede, y lo sigue haciendo cada que le es posible, como ha sido el caso del agresor de la presidenta.
Pero, cuenta Frida Gómez, hace unos días, una mujer sin poder fue golpeada por sus familiares mientras instalaba un puesto de dulces en el Estado de México y falleció. Se llamaba Guillermina López Rosas. Otra, Abril Pérez Sagaón, con alto nivel de estudios y ejecutiva de empresas, fue asesinada por un sicario contratado por su exesposo, exdirector de Amazon en México. Previamente fue golpeada por él con un bate mientras dormía. Iba en un auto hacia el aeropuerto con sus hijos menores de edad en el asiento trasero cuando un hombre en moto disparó del lado de la víctima en dos ocasiones, terminando con su vida al momento.
Están en riesgo todas las mujeres —algunas de las historias son conocidas, otras no— a quienes sus exmaridos les quitan a hijos e hijas o les roban su patrimonio y que, cuando ellas se defienden, las acusan de extorsión y hasta las encarcelan con la complicidad de fiscales y personas juzgadoras que se venden. ¿Qué seguirá si las mujeres así violentadas ganan sus juicios porque encuentran, desgraciadamente todavía rara avis en nuestro sistema, fiscalías o juzgados donde impere la justicia y el Estado de derecho? ¿Violencia letal?
La estadística que presenta Frida es contundente: matan 10 mujeres al día y 8 asesinos resultan impunes. Y, es verdad, acosan a muchas más que siguen viviendo con dolor, y la mayoría de los acosadores también quedan impunes.
El mensaje de Frida Gómez dirigido a la presidenta Sheinbaum, que debe ser el de muchísimas mujeres, se relaciona con la urgencia de atender, con la debida prioridad, los asuntos de mayor letalidad: violencia vicaria, violencia intrafamiliar y los intentos de feminicidio por razones familiares. Presionar al máximo a fiscalías y tribunales hasta la excelencia total que implique cero impunidad.
Javier López Zavala mandó matar a Cecilia Monzón para no pagar la pensión alimenticia de su pequeño. Fue también mediante un sicario en moto que le disparó mientras se trasladaba en el Periférico Ecológico de Puebla y aun con ello, recuerda Frida, fue necesaria la #LeyMonzón para que los feminicidas perdieran derechos de familia por matar a las madres de sus hijos, de tal forma de que el padre autor intelectual ya no tenga más derecho sobre un niño que nunca conoció frente a su abuela o tía. López Zavala, desde la cárcel, intentó quedarse con el menor.
El hecho es que contener y combatir la violencia contra las mujeres implica impedir que las desaparezcan y maten, pues, comenta Frida, los casos simbólicos no excluyen a víctimas como Noemí Gabriela Jacinto, que lleva casi un año sin ver a su hijo y ha recibido constantes amenazas de muerte. Después de demasiados meses de lidiar en las fiscalías del Estado de México, la madre sigue sin su niño y este no va a la escuela. Es un caso en el que el secuestro parece aceptado o legalizado. En ejemplos como este la visibilidad y la empatía de la presidenta Sheinbaum podrían lograr el cambio.
La feminista Frida Gómez no tiene duda: sin dejar de combatir el acoso en público, lo urgente es acabar con la violencia en privado, en la pareja. Porque en la violencia de pareja suelen brotar muertes y desapariciones de mujeres.
¿Más casos? La secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández, está al tanto de muchos; ella puede llevar numerosos detalles a Palacio Nacional.
El suplicio de sufrir el acoso por segundos es tan condenable como el secuestro de los hijos y la tortura de la vida judicializada, sometida al riesgo de ir a prisión o morir o perderlo todo. No olvidemos a las víctimas de violencia vicaria y a las mujeres que tuvieron la desgracia de ser agredidas y robadas, en el matrimonio, por machos narcisistas con dinero e influencia.
Para que haya justicia deberán seguir apretando muchas tuercas flojas tanto el presidente de la judicatura de la CDMX, Rafael Guerra, como la fiscal capitalina Bertha Alcalde. Lo han hecho, sin duda, pero siempre es necesario incrementar el esfuerzo. Menciono a la capital mexicana no solo porque es emblemática, sino porque con frecuencia es tomada como ejemplo por el resto de las entidades federativas.
La dos violencias, la del acoso callejero y la que se presenta en la vida de pareja, deben ser visibilizadas y atendidas con especial atención en tribunales y fiscalías. No se niegan los avances, pero nadie debe quedar satisfecho si a las mujeres se les sigue violentando y sus agresores tienen dinero para usarlo en hábiles abogados sin escrúpulos, expertos en corromper. A la destreza y la mañosería de litigantes caros e influyentes, fiscalías y juzgados invariablemente tendrían que oponer algo muy simple y sin costo económico: la ética.
La analista Frida Gómez apunta que tanto el acoso como las violencias letales importan, pero lanza un dato durísimo: el acoso estadísticamente pocas veces acaba en feminicidio; la violencia intrafamiliar y vicaria duplica las cifras. Esta, la violencia en privado, en la pareja, es la que tiene mayores probabilidades de terminar en situaciones letales para las madres y sus hijos e hijas. Ahí es donde urge la empatía, la atención y la protección.



