En el crematorio Plenitud, de Ciudad Juárez, fueron encontrados 386 cuerpos embalsamados; éstos habían sido transportados por las casas funerarias al lugar –con las que tenían acuerdo– después del velorio para su incineración, mas no ocurrió así…

El macabro hallazgo se registró la noche del jueves 26 de junio, después de que una persona reportara que había un cadáver dentro de un vehículo. Policías municipales acudieron al lugar y encontraron no uno, sino dos cuerpos en el interior de una carroza mortuoria. Al ingresar a la propiedad, los agentes se toparon con cientos de cadáveres; una escena grotesca, de terror…

Los cuerpos estaban en el suelo apilados unos sobre otros. Algunos estaban sobre muebles, estaban dispersos por todo el lugar; hombres, mujeres, niños, todos bajo un techo desconchado, entre paredes maltrechas, sobre un piso anegado por un líquido negruzco, no había refrigeración.

Desprecio total hacia la muerte… y las familias de los deudos creyendo que tenían en sus manos las urnas con los restos de sus seres queridos; ahora enfrentan algo peor, porque será difícil identificar los cuerpos ya que el proceso de embalsamamiento dificulta obtener el ADN.

El fiscal de Chihuahua, César Jáuregui Moreno, calificó este caso como “una negligencia criminal”. “Son cuerpos que no tuvieron la disposición final para lo que estaban destinados, la incineración”. “Absoluta y total irresponsabilidad criminal que trató con indignidad a las familias que dieron su confianza para ese proceso, y no se realizó”.

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Funcionarios de la Fiscalía General del Estado y de la Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Coespris) informaron que el lugar operaba legalmente, que no había delito que perseguir y que la presencia de los cadáveres ahí era debido por la falta de hornos crematorios. El titular de la Coespris, Luis Carlos Tarín Villamar, dijo que en febrero de este año su personal hizo una inspección al inmueble y que el establecimiento cumplía con la norma. Afirmó que las revisiones se hacían muy seguido. ¿Qué tan seguido? ¿Cada diez años? ¿Cómo no vieron ese campo mortuorio?

Después del macabro hallazgo, el avance de la investigación ha sido lento, los cuerpos están en descomposición; será preciso identificarlos por la dentadura, por tatuajes o alguna otra seña particular; solo se han identificado a 33 personas; se ha notificado a 19 allegados y 14 fueron entregados físicamente.

Se denuncia la existencia de una red de corrupción alrededor del centro de cremación, que presuntamente involucra a empresas funerarias e instituciones a cargo de velar por el adecuado funcionamiento del establecimiento.

Irregularidades en las actas de defunción. Las funerarias se han negado a entregar los expedientes de los difuntos que da seguimiento a los servicios que se comprometieron a realizar.

La portavoz de “Justicia para Nuestros Deudos”, Dora Elena Delgado, dio a conocer que, desde que el colectivo que representa, ya presentó un recurso ante la Procuraduría Federal del Consumidor para la disolución de su contrato con una de las casas funerarias involucradas. Petición que se fundamenta en irregularidades y presuntos actos de corrupción detectados en colaboración con el crematorio, lo cual “compromete de manera grave la integridad, transparencia y calidad en la prestación de los servicios funerarios”.

Ningún respeto a la muerte

“Yo no quiero que me entierren, no quiero estar en un lugar frío y oscuro y además solo”, dijo mi papá muchas veces. “Quiero que me cremen, eso deseo”. “No quiero velorio, no quiero nada, solo quiero que estén ustedes y que pongan mi canción, ya saben cuál: ´El Andariego´”... “Y cuando yo me muera ni luz ni llanto, ni luto ni nada más”.

Cumplimos su deseo. Así como el de mi mamá. No hubo velorios, no hubo nada. Solo cremación… Sus cuerpos están reducidos a cenizas en una pequeñas y sencillas urnas. Cumplimos con sus deseos, los respetamos. Ahora me pregunto: ¿serán los de mis papás?

La muerte siempre ha sido un ritual triste. Una solemne ceremonia de despedida que varía según las religiones, las costumbres, los deseos, lo único presente siempre son las lágrimas, el dolor por la ausencia.

Los primeros humanos enterraban a sus muertos con objetos personales, flores, pigmentos como el ocre rojo (símbolo de la vida o sangre), lo cual muestra una idea de trascendencia o respeto por el cuerpo.

El dueño no tuvo deferencia alguna, aventó los cuerpos como si fuesen basura y ahí los tuvo, y nadie, a pesar de las “inspecciones”, los vio.

La cueva de Shanidar se encuentra la región del Kurdistán Iraquí, en Irak. En el lugar se encontró el primer esqueleto Neanderthal adulto, que data entre 60 mil y 80 mil años. Se encontraron cuatro personas agrupadas en un conjunto único, con polen antiguo acumulado en el segmento alrededor de uno de los cuerpos. Evidencia que los neandertales celebraban ritos fúnebres: entierros con la “ofrenda floral” a los difuntos.

En el antiguo Egipto, el cuerpo era momificado acompañado de un libro para el más allá (el libro de los muertos), que refleja una concepción sagrada de la muerte.

Rituales, respeto a la muerte dese hace miles y miles de años. Y en este crematorio se violó ese ritual… Los cuerpos en el piso, apilados unos sobre otros, algunos irreconocibles por el tiempo… Ellos ya no ven, ya no sienten, pero ahora sus familiares están viviendo el terror de saber que su padre, su madre, su hermano o su hijo estuvo ahí tirado por largo tiempo, sin el menor respeto, sin ninguna ofrenda... sin nada... Y el horror al pensar que lo que contiene su urna, tal vez sea cemento con grava o arena para gato.

Los familiares reviven el dolor por la partida de su ser querido, solo que será ahora más intenso, acompañado de rabia, de indignación y horror, porque ahora tendrán que buscarlos, identificarlos... y volverán a llorar por enfrentar esta doble muerte.