El exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, se quedó con ganas de “pato a la Pekín” y deberá continuar su proceso por los sobornos de Odebrecht en la cárcel, mas específicamente en el Reclusorio Norte.

Un juez federal resolvió mantener la prisión preventiva oficiosa en contra de Lozoya; esto al considerar que existe riesgo de fuga por su red de influencias y contactos, la residencia de su familia en un país extranjero y por poseer una cuenta bancaria con más de 2 millones de euros.

Lozoya fue encarcelado en noviembre de 2021 por los delitos de cohecho, asociación delictuosa y lavado de dinero. Esto luego de pasar más de 15 meses en libertad por su apego al “criterio de oportunidad” que la Fiscalía General de la República (FGR) le otorgó por el caso Odebrecht.

Durante su tiempo de “colaboración” con la FGR, Emilio Lozoya presentó una super denuncia en donde señaló directamente a 16 políticos de estar involucrados en distintos casos de corrupción. Entre los “denunciados” por Lozoya destacaron:

  • Carlos Salinas de Gortari
  • Enrique Peña Nieto
  • Felipe Calderón
  • Luis Videgaray
  • José Antonio Meade
  • David Penchyna
  • Francisco Domínguez
  • Ernesto Cordero
  • Carlos Treviño
  • Francisco García Cabeza de Vaca y
  • José Luis Lavalle Maury, único detenido hasta ahora por las acusaciones de Emilio Lozoya.

La prisión preventiva contra Emilio Lozoya se dictó ante los nulos resultados del “criterio de oportunidad” que la FGR le otorgó y por el latente riesgo de una fuga.

A nadie se le escapa el impacto de las fotos difundidas por la periodista Lourdes Mendoza: Emilio Lozoya en una cena casual de sábado por la noche en un restaurante de lujo en Las Lomas de Chapultepec.

La última cena de Lozoya desató la indignación de los ciudadanos. De repente aparecieron fantasmas de esa clase política bañada en impunidad, de los funcionarios que vivían como faraones y que todavía tenían el cinismo de ponerse a robar más recursos públicos.

Emilio Lozoya no es “preso político”, ¿por qué?

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La organización Amnistía Internacional establece su definición de “preso de conciencia” y algunos de sus elementos aplican en el concepto de preso político:

“Aquellas personas que, sin haber utilizado la violencia ni haber propugnado su uso, son encarceladas o sometidas a otras restricciones de su libertad a causa de sus creencias, su origen étnico, sexo, color o idioma.

Algunos presos de conciencia son personalidades destacadas, activas y conocidas en la vida política. Muchos son abogados, políticos, sindicalistas, artistas. Puesto que frecuentemente cuestionan a los gobiernos, estas personas tienen muchas posibilidades de entrar en conflicto con las autoridades. No obstante, la mayoría de los presos de conciencia, hombres, mujeres e incluso niños, son personas normales y corrientes. Proceden de todos los sectores sociales. Con frecuencia no son disidentes políticos y generalmente son desconocidos.

Algunos presos de conciencia se han opuesto abiertamente a todo el sistema de gobierno, mientras que otros han sido encarcelados todo y haber trabajado dentro del marco legal del sistema político de su país.”

Amnistía Internacional

Pero que quede claro, Emilio Lozoya no está en la cárcel por ser un “preso político” del gobierno de AMLO. Ante una reciente campaña en redes que han martirizado a personajes como Rosario Robles y Emilio Lozoya, lo justo es señalar los hechos: al exdirector de Pemex se le acusa de haber recibido 10 millones de dólares en sobornos por parte de ejecutivos de Odebrecht entre 2012 y 2014.

Los sobornos habrían sido utilizados como “caja chica” de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto y para “comprar” el voto a favor de panistas y priistas en la discusión y aprobación de la Reforma Energética de 2013.

Hasta ahora Lozoya, que prometió al gobierno de México evidencia contundente sobre la participación de sus “jefes” en los sobornos de Odebrecht, no ha podido aportar información que conduzca al encarcelamiento de otros exfuncionarios de alto nivel. No ha podido o no ha querido.

El señor Emilio Lozoya, hijo de un importante funcionario en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, no es un “preso político”. Emilio Lozoya Austin es un delincuente confeso que perdió la oportunidad de desenmascarar a la organización criminal más importante del México reciente y que ahora debe pagar las consecuencias de sus actos y omisiones.