¿Existe el derecho a la libertad? Desde luego que sí y tiene un fundamento: la libertad misma. Las reflexiones de algunos filósofos acerca de ello no dejan lugar a dudas. Un estudioso español, Jesús Esquerra Gómez, lo explicó bastante bien en un ensayo en mi opinión relevante: “La voluntad libre en Hegel”.

Interpretando al pensador alemán, el autor del citado dice que “solo el ejercicio efectivo de la libertad nos hace poseedores de tal derecho”. Es decir, “únicamente la libertad nos hace libres. Dicho de otro modo: la libertad es un derecho porque el derecho es ya la libertad. Eso es el derecho para Hegel: la libertad realizada”.

En lo relacionado con la libertad de expresión nunca había habido condiciones en México para ejercerla plenamente en los medios masivos de comunicación. Los anteriores presidentes presumían que respetaban la libertad de los periodistas, pero solo era un discurso que nada tenía que ver con la realidad. En el pasado, solo como excepción en las empresas periodísticas se podía cuestionar con fuerza al titular del poder ejecutivo. En la actualidad, las cosas son distintas: quien así lo desee, en el momento que quiera, puede decir lo que se le antoje contra Andrés Manuel López Obrador y este solo reaccionará refutando —o intentando hacerlo— a quien considere se ha excedido en sus críticas.

No hay presiones contra los medios: hay debate. A veces un debate pasado de tono —a ningún presidente se le había insultado tanto como a AMLO—, pero quien tenga ganas de expresar su rechazo a quien encabeza el gobierno, lo hace sin ningún problema. A diferencia de otros tiempos, el gobernante solo responde ejerciendo su propia libertad de expresión.

Otra cosa es que el gobierno haya decidido acabar con el abuso en el gasto destinado a la compra de publicidad oficial, que tiene a algunos medios de comunicación cerca de la quiebra. Esto nada tiene que ver con limitaciones a la libertad de expresión. Los medios que no pueden existir sin dinero público quizá nunca debieron haber nacido. La de tales empresas ha sido vida artificial; ojalá desparezcan las que no puedan sostenerse a sí mismas en la nueva realidad.

Ya no es negocio agradar al gobierno ni golpearlo para presionarlo. La rentabilidad depende en la actualidad de otros factores, y qué bueno que así sea.

De lo que no hay duda es de que la libertad la ejercen los periodistas sin límites, aunque a veces parezca que exigen a gritos que se les cancele esa libertad.

Me llama la atención la crítica de un columnista de Milenio, Héctor Aguilar Camín, sobre algo que dijo el presidente de la corte suprema, Arturo Zaldívar: “Respeto el derecho de todas las personas y particularmente de los medios, al ejercicio de su libertad de expresión, aunque el ejercicio sea abusivo, excesivo, insidioso, falso como ahora”.

En vez de celebrar una declaración libertaria que protege al periodista, Aguilar Camín la condena. Antes de continuar diré que valdría la pena que las palabras de Zaldívar las enviara la SCJN de la nación a todos los jueces de México que deben resolver litigios relacionadas con las, cada día más numerosas, demandas de particulares con poder contra periodistas.

El problema es que a Aguilar Camín le parece un delito la opinión “abusiva, excesiva, insidiosa y falsa”, y por esa razón no comprende por qué el ministro presidente de la corte la respeta.

Pobre Aguilar Camín, está tan enojado por la falta de contratos con el gobierno que no logra entender que son preferibles los excesos en el ejercito de la libertad de expresión —en los que este columnista de Milenio cae con frecuencia— que intentar limitarlos desde el poder.

Por fortuna, hay gente en el gobierno más libertaria que un intelectual presupuestívoro como Aguilar Camín, quien ve delitos donde solo hay excesos perfectamente tolerables. Dos de estos funcionarios que sí entienden la naturaleza de la libertad de expresión son quienes encabezan el poder ejecutivo (AMLO) y el poder judicial (Zaldívar). No estoy seguro del libertarismo de las personas más influyentes en el poder legislativo. Ricardo Monreal últimamente se ha presentado a sí mismo con un defensor de la la libertad de expresión, pero creo que lo suyo es pose, solo una actitud fingida para buscar acomodo en los partidos de oposición ya que no se le toma en cuenta —no en Morena— entre los y las aspirantes con posibilidades de alcanzar la candidatura presidencial para las elecciones de 2024.

El hecho es que gozamos de amplias libertades en México. Todos y todas debemos seguir ejerciéndolas sin restricciones —inclusive con los inevitables excesos—, y esto incluye a quienes gobiernan. Que la nueva y ejemplar realidad ya no sea negocio par algunos empresarios de medios, es otra cosa