Finalmente ha sido pactada y concretada la alianza opositora rumbo a las elecciones en el Estado de México. Alejandra del Moral, priista de pura cepa, encabezará la coalición tripartida conformada por el PRI, PAN y PRD. Con ello, los principales partidos de oposición, con la excepción de MC, el cual será abanderado por Juan Zepeda, se enfrentarán a Delfina Gómez y a la maquinaria todo poderosa de AMLO y de Morena.

Y he escrito todopoderosa por dos buenas razones. Primero, porque AMLO, con su infatigable discurso manipulador, buscará por todos los medios hacer olvidar a los mexiquenses que Gómez es una delincuente electoral y que, entre otras cosas, obligó a los funcionarios de Texcoco a que entregasen un diezmo político de sus salarios para la causa de Morena.

Una segunda razón reside en el hecho de que Morena, con la bendición del presidente y de la cúpula partidista, harán todo lo que esté en sus manos para que recursos del partido sean dirigidos a la campaña de Gómez. Como es bien sabido, el partido oficial no suele apegarse a la ley electoral (los candidatos ya están en campaña, en una clara contravención de la normativa vigente) por lo que no titubearán en destinar recursos para que Morena destierre al PRI de uno de sus dos últimos bastiones; y sin duda, el más importante.

Alfredo del Mazo, por su parte, se ha mostrado como un gobernador débil y aparentemente sujeto a la voluntad de AMLO. Muchos aún recordamos sus reiterados halagos públicos al presidente y cómo ha secundado los proyectos claves de su administración.

Esta actitud pusilánime del gobernador mexiquense evoca una cuestión: ¿Qué hará Del Mazo para asegurar la permanencia del PRI en el gobierno del Estado de México? ¿Movilizará los recursos del estado para que Alejandra del Moral continúe el legado dejado por sus antecesores? ¿O doblará las manos y cederá la plaza pública ante la irrupción de Delfina?

Estos planteamientos deben levantar un buen número de preocupaciones en el seno del PRI. Si Delfina gana en el Estado de México se habrá consumado la debacle del PRI (en espera de lo que ocurra en Coahuila) y el ascenso de una ex secretaria de Educación Pública bien conocida por sus actividades cuestionables, por su incompetencia y por su desdén hacia la ley.

Hoy Alfredo del Mazo tiene una responsabilidad titánica frente a su partido, pues de él depende en buena medida el futuro del PRI, así como las posibilidades de que este partido sea aniquilado del mapa electoral estatal.