Hace unos seis años el propietario de El Financiero me demandó —por “daño moral”— por hacer lo que se hace todos los días en su periódico: criticar a alguien.

En efecto, había yo cuestionado al señor Manuel Arroyo, sin recurrir a ninguna mentira; él no aguantó que se le dijeran algunas verdades y pidió a sus abogados que trabajaran para que, en un tribunal civil, se me obligara a pagarle una cantidad de dinero por haberle causado, en su opinión, un perjuicio reputacional.

Fue muy agresiva la demanda de Arroyo en mi contra, sobre todo por las medidas cautelares que exigía —como congelar mis cuentas bancarias y las de SDPNoticias—.

Manuel Arroyo perdió todas las instancias, así que en 2021 fue definitivamente condenado al pago de las costas generadas, lo que se ratificó en el juicio de amparo directo que este último intentó, pero que también perdió en el año 2022.

A la cuantificación de las costas también se opuso Manuel Arroyo, sin éxito, ya que tanto el juzgado de la causa como la sala de apelación aprobaron en el 2023 los montos, calculados en una cierta cantidad de dinero no muy grande, pero tampoco muy pequeña.

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También perdió las dos instancias del incidente de liquidación. Para intentar cambiar a su favor la situación anterior, Arroyo recurrió al juicio de amparo indirecto que tampoco satisfizo sus intereses, pues tuvo que impugnar la ejecutoria de amparo mediante sendos recursos de revisión que finalmente ayer 3 de julio de 2025 fueron desestimados por un tribunal colegiado federal de última instancia.

A Manuel Arroyo no le queda más que pagar, so pena de ejecución forzosa.

Si se llega al extremo de la ejecución forzosa al señor Arroyo se le embargarán algunos bienes. Supongo que dos de sus coches de lujo serán suficientes para que cubra las costas.

Yo no quería enfrentar a Manuel Arroyo en un juicio larguísimo. Él empezó el pleito, insisto, solo porque hice lo que se hace todos los días en El Financiero, su periódico: señalar lo que parece mala conducta de una persona con un perfil público tan conocido como el suyo.

Como fue cosa de Arroyo emprender el juicio, lo justo es que pague las famosas costas. Dinero tiene, y mucho, entonces podrá hacerlo con facilidad. Y tan amigos como siempre.