Mucha gente cree que las nuevas generaciones y los nuevos tiempos hacen que la gente sea menos clasista. Nada más falso que esto. Antes, el clasismo era más explícito. Ahora existen los defensores de los derechos de género que al final son más clasistas que los antepasados.
Primer ejemplo, mi abuela nació por allá de 1920. Ella fue de mano dura siempre, aunque con los nietos siempre fue una dulzura. Recuerdo cómo trataba al personal que trabajaba en casa: de una manera justa, pero con unos modos medio violentos. Me tocó ver cómo le pegaba una cachetada a una de las señoras que trabajaban con ella porque la cachó fumando muy cerca de nosotros. Ahora, sería un demandón seguro. En esos tiempos, solo era una llamada de atención. Nunca fue injusta con los sueldos, pero con los modos sí era bastante especial. Disciplina militar con las hijas y un encanto con los nietos. Tengo memorias muy bonitas de mi abuela, pero su generación tenía un clasismo, obvio, sin ánimos de ocultarlo. No era injusta, pero ella pensaba que cada uno tenía su lugar en las casas.
Segundo ejemplo, las sociedades modernas que defienden todo lo nuevo y atacan lo tradicional, aunque no les afecte. Ejemplos hay muchos. Los veganos que hablan se ponen complicados con el tema de la gente que come carne. Los animalistas que normalizan a las mascotas a nivel de los humanos dejando fuera a quienes viven en condiciones no comparables con las de las mascotas. Las personas que profesan creencias de apertura, pero se molestan con las creencias tradicionales de otro grupo de personas. No puedes practicar el “live and let live” si no lo practicas también.
El tercer ejemplo es la mezcla de ambos comportamientos. Los que toman lo peor de ambos lados y buscan que el mundo se acomode a su conveniencia. Ahí todo es injusto y el mundo está en contra de ellos. Casos hay muchos, igual le ha tocado vivir uno de manera cercana. Hay personas que son todas “amor y paz” y se sorprenden del trato hacia cierto género en el extranjero y cómo es diferente en México. Se quejan de cómo se vive en el país, pero se aprovechan de sus circunstancias culturales pisando los mismos derechos que creen que les están pisoteando a ellas. Lo pongo en dos frases: “En Europa hay más respeto hacia las mujeres, menos machismo: ‘Juanita, necesito que me laves y me planches ahora’... ‘Qué huevón es el personal en México’”.
Como diría mi maestro de física de la prepa, Ladislao Jiménez: “Lo que no es plano, es chipotudo”. El mundo no está para navegar con dos banderas, no se puede quejar alguien de que lo pongan a lavar los platos, cuando esta persona pone a los demás de una manera despectiva.
En los tiempos de mi abuela y en estos tiempos, creo que lo mejor es ser como mi abuelo: Siempre fue “campechano”, le daba su justo lugar a cada persona y respetaba a todos como una persona de trabajo. Pocos como mi abuelo que supo tratar con todas las clases socioeconómicas y sobre todo con las clases ofendidas que son aquellos que se creen que merecen todo y no agradecen nada.
Así las cosas.
¡Ánimo!