“Si se quieren captar los mecanismos de poder en su complejidad y en detalle, no se puede uno limitar al análisis de los aparatos de Estado”.

Michel Foucault

Primer túnel

Imagen del miedo y la impotencia. (Omito subir la foto a las redes sociales digitales por seguridad, pero todo mundo la ha visto.) Una familia que huye y un niño que se quita la playera de su equipo para evitar ataques de la barra contraria. Así Querétaro, así México, hoy. Adiós al fut familiar como deporte y medio para la convivencia.

Segundo túnel

A raíz de los hechos registrados en el estadio “La Corregidora” de Querétaro, el 5 de marzo pasado, cabe preguntar: ¿Cómo están dadas las relaciones entre el poder político, la fuerza, la convivencia sana y la violencia?

Difícil de responder a esa pregunta. Mientras tanto, la fuerza coercitiva del Estado se impone a la fuerza desmedida de las barras bravas que, por cierto, no desaparecerán; se mantendrán “alejadas de los estadios por un tiempo”, según el dictamen de la Federación Mexicana de Futbol. Brava determinación.

¿Qué han hecho y han dejado de hacer las instituciones del Estado, así como las formadoras de ciudadanos y de ciudadanía, como la familia y la escuela (la escuela pública es jurisdicción directa del Estado, y la privada es indirecta), para ser corresponsables, por acción o por omisión, para que se den o no ese tipo de hechos?

Supuestamente, la escuela cumple con una función socializadora, pero es un ámbito que se deja suelto. No hay una programación pedagógica de actividades de socialización, ni para promover una cultura de la convivencia y la paz; de la inclusión, la diversidad y no discriminación. ¿No es hora de hacerlo?

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Desde el “no te dejes, ¡pégale!”, la violencia social se aprende en la familia y en la escuela; es una cultura que rechaza el valor del respeto y la solución pacífica de los conflictos. ¿Se quedarán las cosas como están?

Desde la tribuna

Las relaciones entre poder, fuerza y violencia han sido analizadas a profundidad por la Filosofía y en general por las ciencias sociales. ¿Qué han dicho al respecto? Quizá algunas reflexiones desde esa plataforma, nos den pistas para comprender a fondo lo sucedido recientemente en Querétaro y en el país.

“La violencia -señala Flavio Guglielmi, en alusión a la obra de Hannah Arendt- puede ser considerada únicamente de manera instrumental y trascendente en todas sus formas. Siempre es un medio para fines diversos. Por otro lado, tiene un alto grado de capacidad para hacer frente al poder, ya que tiene la facultad de individualizar sus componentes, como la fuerza, pero también anularlos completamente mediante la coacción. Es posible que se presente con diversas intensidades y no siempre buscando la supresión total ya que (…) nadie puede gobernar sobre muertos…”

“La acción de gobernar no se circunscribe a las estructuras políticas o el manejo de los Estados sino que afecta directamente las conductas de individuos o grupos; es así como (…) gobernar, en este sentido, es estructurar un campo posible de acción de los otros. Las relaciones de poder buscan guiar las posibles actuaciones y disponerlas buscando potenciales resultados, es decir, intentan gobernarlas pero no someterlas y no necesitan del consenso pero pueden producirlo”.

Michel Foucault

La violencia en los estadios o en espacios públicos no es un hecho aislado. Se da en un marco social y cultural en el que domina el uso cotidiano de la fuerza y la violencia. Este tipo de hechos y de procesos complejos tienen clara vinculación con el fracaso de nuestras instituciones en la gestión de la convivencia social y escolar; pero también, en la débil presencia de los procesos socializadores en los planes y programas de estudios; en la casi nula puesta en práctica, dentro de las aulas, laboratorios y canchas, de lo dispuesto en el papel; en la omisión para abordar los valores de la convivencia, tanto en forma teórica como práctica; en fin, y en el marginal abordaje de los derechos y las obligaciones entre los integrantes de la sociedad.

Desde el palco

“El poder, en suma, se ejerce más que se posee”, escribió Michel Foucault.

Señoras y señores: Aquí no pasó nada... que siga la fiesta del futbol. Según el reglamento, el marcador quedó así (como lo mostró un cartón en prensa): la barbarie, 3; la civilidad, 0.

“Querétaro deberá jugar un año a puerta cerrada sus partidos como local”, indicó un comunicado oficial de la Federación Mexicana de Futbol. Además determinó lo siguiente: “La barra de Querétaro está impedida de asistir a los partidos de su club durante 3 años como local y un año como visitante”. Qué fuerte sanción. Para marzo de 2023, la barra azul y negra ya podrá viajar a cualquier lugar a hacer actos de vandalismo y violencia, a domicilio.

El poder de los dueños del fútbol una vez más rebasó a quienes tienen en su cancha el poder político ¿O estarán en feliz sintonía?

Nivel de cancha

Pero ¿Cuál es la responsabilidad –directa o indirecta- de las instituciones educativas nacionales y locales ante ese tipo de conflictos y las carencias en la gestión de la convivencia escolar? Antes que reaccionar o reprimir la violencia, (a través de la fuerza y la coerción legítima o legitimada), las instituciones, desde la escuela y la familia (lo instituyente y lo instituido), debieran apropiarse del concepto y práctica de la gestión de la convivencia, como conjunto de principios y métodos preventivos, no remediales.

Alejandro Castro Santander, teórico destacado en Latinoamérica sobre el tema, en uno de sus libros más recientes (“Autoridad y Liderazgo educativo”, del cual es coordinador), afirma: “Desde hace décadas hablamos de una profunda y extensa crisis de autoridad; cambios que han llevado a instituciones y líderes tradicionales a ver erosionados su prestigio y poder frente a aquellos que necesitan ser guiados, animados y educados”.

El tema de la violencia, individual y social, que se dio este 5 de marzo en Querétaro no es un hecho aislado, extraordinario ni excepcional. Es un asunto estructural, recurrente y continuo. Es una expresión más de eso que se ha dado en llamar “la normalización de la violencia”.

A puerta cerrada

Las autoridades estatales y federales han hecho creer que ese hecho lamentable, fue un asunto extraordinario o fuera de serie, “anormal”, sin embargo, hay que advertir que en el estadio La Corregidora ya se habían suscitado varios escenarios y situaciones de violencia colectiva.

Como el día que se llevó a cabo una pelea de box (uno de los pugilistas era Julio César Chávez), la cual fue transmitida en tiempo real, a través de un formato de pantallas gigantes en ese mismo recinto, y que cuando la señal se suspendió de forma súbita, se desató el vandalismo –en protesta- hacia las instalaciones del inmueble y autos en el estacionamiento. Después hubo problemas para devolver el importe a los aficionados. Por otra parte, la barra brava de Querétaro ya había cometido actos de violencia grupal contra otras barras presentes en el estadio, que apoyaban a equipos de fútbol visitantes, entre otros hechos registrados.

¿Quién promueve esas barras bravas? ¿Quién las dirige y con qué sentido? ¿Son barras bravas, son “grupos de animación”, son grupos de choque o son la fuerza de reserva coercitiva del poder político-mediático? ¿Son las fuerzas de seguridad de la inseguridad? ¿O son las barras de protección del negocio de las patadas para ejecutar piquetes y operar la violencia hasta denigrar al otro (desnudarlo)? Por cierto ¿qué se ha dicho y concluido en relación con ese patrón de violencia extrema?

El gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, dijo durante el acto de toma de posesión en octubre pasado que no permitirá que grupos delincuenciales ingresen al estado por él gobernado. Así como en el estadio ¿Querétaro tendrá vida cotidiana “a puerta cerrada”?

En vez de cerrar los ojos ante el conflicto social que se ha generado –en donde hay corresponsabilidades institucionales-, ¿acaso no sería mejor encarar los problemas con acciones específicas, preventivas, para aplicarse en el corto, mediano y largo plazos? Una opción interesante sería desarrollar proyectos de gestión de la convivencia sana desde la escuela y la familia.

En México, no sólo en Querétaro, tarde o temprano volverán las barras bravas a los estadios. Eso sucederá mientras se admita su existencia y operación ilegal e ilegítima. Las de estos días y semanas, han sido horas en que se ha ido la oportunidad para erradicar la violencia colectiva no sólo en los estadios de fut y sus alrededores, sino más allá de ellos.

Juan Carlos Miranda Arroyo en Twitter: @jcma23