Monseñor Froilán Casas, quien hasta hace dos años fuera obispo de Neiva, Colombia, escribió un artículo que viene al caso, “Diferencia entre complicidad y solidaridad”. Se publicó en FarodiRoma, “una iniciativa editorial no profit, inspirada en el Faro del Janículo, que surge en el lugar de las batallas por la defensa de la República Romana en 1849 y domina la capital italiana con sus veinte metros de altura y sus formas neoclásicas de piedra blanca de Botticino”. Este monumento, de Manfredo Manfredi, fue donado por inmigrantes italianos en Argentina.

Monseñor Casas afirma que “cuando usted se solidariza con un pícaro, de alguna manera usted es un malvado; el que le hace eco al malvado, contribuye, en cierto modo, con el mal. El que silencia la maldad del malvado, de alguna forma es su cómplice, pues el que calla otorga”.

Hoy, en Excélsior, Ciro Gómez Leyva ha expresado su solidaridad con Carlos Loret de Mola a propósito del lamentable montaje que este periodista, para agradar a Genaro García Luna, realizó en el caso de Israel Vallarta: “Le mando un fuerte abrazo al periodista que desde hace mucho reconoció sus errores en la transmisión (subrayo: en la transmisión) de la nota de la captura de Vallarta. Fuerte abrazo, Carlos, Carlos Loret”.

Ciro, hombre inteligente, seguramente conoce la diferencia entre entre el error y la mentira. Para recordarle que se trata de cosas muy distintas cito a la inteligencia artificial de Google: “La diferencia fundamental entre un error y una mentira reside en la intención. Un error es una acción equivocada o un juicio incorrecto, sin intención de engañar, mientras que una mentira es una declaración falsa dicha con la intención de engañar a otra persona”.

En la captura de Vallarta, ni hablar, Loret mintió no para engañar a otra —una sola— persona y ni siquiera a unas cuantas: lo hizo para engañar a millones de mexicanos y mexicanas; era muy grande la audiencia que tenía en la televisora más importante de México.

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Un engaño de tal magnitud es un delito, grave sin duda. Solidarizarse con tan terrible y socialmente dañina fechoría es complicidad. Invito a reflexionar al talentoso Gómez Leyva, siempre un muy buen ser humano. Entiendo que aprecie a Loret y que tenga la mejor opinión —la ha expresado innumerables veces— tanto de García Luna como de quien fuera jefe de ese delincuente preso en Estados Unidos, Felipe Calderón. Y, desde luego, es su derecho llevar la contra a la 4T cada vez que se le antoje apoyar a sus amigos. Pero no se ve bien el señor Gómez Leyva cuando, solo por simpatía, cae en periodística connivencia.

Las cosas como son, querido Ciro: don Carlos Loret no se equivocó con en la aprehensión de Israel Vallarta: Loret hizo una fea chingadera.