Nuestro país ha sido pionero en materia aeronáutica, por eso no resulta para nada extraño que mediante un decreto realizado en 1943 por el entonces presidente de México, Manuel Ávila Camacho, se considerase el día 23 de octubre para conmemorar a la aviación nacional, tanto militar como civil, esto de la mano con la fecha en que formalmente se crea la Fuerza Aérea Mexicana.

Porque fue, precisamente, Francisco I. Madero quien tuvo el honor y privilegio de ser el primer mandatario a nivel mundial en volar en una aeronave, un 30 de noviembre de 1911 a bordo de un avión de fabricación francesa “Duperdussin”, pilotado por el francés Dyot, con motivo de una “exhibición aérea”.

Recordemos que la aviación muy al principio fue tomada como “entretenimiento”. En México el primer vuelo se realizó un 8 de enero de 1910 en los entonces llanos de Balbuena, a cargo de Alberto Braniff, con un Voissin Biplano, Serie 13.

Fue el primer vuelo controlado en toda Latinoamérica, un hito importantísimo. Imagínense nada más la escena, lo más granado de la sociedad porfiriana, que no tenía ni la más remota idea de que la Revolución les estaba acechando, disfrutaban del espectáculo aéreo.

Pero tampoco imaginarían que ese aeroplano y otros más se integrarían a la “Escuadrilla Aérea del Ejército Mexicano”. Porque sí, fuimos el primer país que utilizó a la aviación como parte de sus fuerzas armadas. La idea fue de Venustiano Carranza, quien a la muerte del presidente Madero durante la “Decena Trágica”, se sintió el heredero de su legado aeronáutico, incorporándolo al Ejército Constitucionalista.

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El primer piloto militar fue el Capitán Gustavo Salinas Camiño, quien fue el primero en bombardear un buque el 14 de abril en Puerto de Topolobampo, a bordo de una aeronave “Curtis Pushier”.

Para que vean nada más qué adelantado estaba México a principios del siglo XX, que en 1915, un 5 de febrero, esto es dos años antes de sacar la actual Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Venustiano Carranza decreta la creación de la “Fuerza Aérea Mexicana Constitucionalista”, y quedó al frente el Mayor de Caballería del entonces “Estado Mayor”, Alberto Salinas Carranza.

De hecho el apellido Carranza es muy importante, no solo dentro de la aviación militar, sino también en la aviación comercial. Al grado que cualquiera que labore dentro de la industria aeronáutica busca que se le otorgue la “Presea Emilio Carranza”.

¿Quién es Emilio Carranza? Un joven que a sus escasos 20 años logró titularse como “teniente piloto aviador”, un 14 de enero de 1926, y que tenía además dos hermanos mecánicos de aviación, Sebastián y José, quienes también servían a las fuerzas aéreas del país, pero que él terminó su vida dentro de la aviación civil.

Al principio de la incipiente industria aérea nacional, los pilotos que dieron vida en 1921 a Mexicana de Aviación y en 1924 a Aeronaves de México, más conocida por su nombre comercial Aeroméxico, fueron pilotos militares.

Ese fue el caso de Emilio Carranza, quien laboró para “Pan American World”, la desaparecida PAN AM, que por cierto está buscando regresar, pues se encuentran en muy serias pláticas con la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos de Norteamérica, la FAA.

¿Podremos ver de nuevo en los aires la mítica aerolínea PAN AM? ¿Podrán hacerlo como lo hizo la nueva Mexicana de Aviación? No solo trabajo para esta aerolínea que tenía su “base” en México, también lo hizo posteriormente con Mexicana de Aviación.

Fue quien terminó por sentar las bases de la aviación civil en nuestro país, por eso todos los que estamos inmersos dentro de esta hermosa industria aérea, añoramos que algún día el gobierno de México nos reconozca tanto a pilotos como al resto del personal “técnico” aeronáutico.

Pero también quiero decirles que no solamente han sido hombres los pioneros en la aviación mexicana, también las mujeres desempeñaron un papel fundamental dentro de ella.

Como es el caso de Emma Catalina Encinas Aguayo, quien fuera la primera mujer piloto en tener una licencia de vuelo, un 4 de diciembre del 1932, con el número de licencia 54. Pero no fue la única mujer. María Marcos Cedillo también se enamoró de la aviación, en su natal San Luis Potosí, donde estaba la Escuela Civil de Aviación, creada por su hermano Saturnino Cedillo.

En tanto, Concepción Ivonne Bernard fue la primera mujer piloto dentro de una línea aérea comercial, eso sí, lamentablemente por atavismos machistas, Mexicana de Aviación no la dejó ascender a capitana, siempre fue copiloto.

Y en el caso de los sobrecargos, a diferencia de otros países, se consideraba una actividad “masculina”. Fue Salvador Hernández “Farina”, quien en el año 1921, en una recién nacida Mexicana de Aviación fue contratado y sería hasta la llegada de los años 50, que se fueron incorporando las mujeres como tripulantes de cabina.

Quiero cerrar esta columna celebrando a todos aquellos que gracias a su trabajo y esfuerzo allanaron el camino y nos enseñaron a amar esta industria tan apasionante como lo es la aviación. Por eso, para mí no pasa de noche que la actual mandataria del país haya incluido por primera vez en el Plan Nacional de Desarrollo a esta industria, la cual es estratégica para el desarrollo y crecimiento de México, porque somos soberanos y somos más fuertes defendiendo nuestra aviación.