Este martes se encarna un nuevo 25 de noviembre: un día más de protestas, marchas, consignas y exigencias en el que mujeres y niñas recuerdan que la violencia no ha sido erradicada, y que su persistencia —pese a los discursos oficiales— es cada vez más evidente. La realidad es que, aunque las violencias se transforman y adoptan nuevas formas —particularmente en los espacios digitales y mediante herramientas de Inteligencia Artificial utilizadas para acosar, vigilar, extorsionar o suplantar identidades—, otras violencias más antiguas permanecen intactas o incluso se recrudecen. Y mientras tanto, las agendas de polarización política ocupan la conversación pública, desplazando las demandas urgentes de quienes viven agresiones cotidianas.

Por ello decidí enlistar los pendientes, porque hablar de campañas, hashtags o discursos contra el acoso no basta. La deuda es profunda, estructural y, sobre todo, impostergable.

1. Homologar los delitos relacionados con violencias contra las mujeres

México sigue operando con un mosaico de códigos penales estatales que definen de forma distinta delitos como feminicidio, acoso sexual, abandono de mujer embarazada y violencia familiar. Esta disparidad profundiza la impunidad, obstaculiza las investigaciones y deja a miles de víctimas en un limbo jurídico. Urge un marco uniforme que garantice acceso igualitario a la justicia incluyendo la despenalización del aborto de manera general.

2. Eliminar el delito de “estupro”

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El estupro es una figura obsoleta que aligera las penas a agresores adultos bajo el argumento de “engaño” o “seducción” a una menor de edad. Ningún adulto debería relacionarse sexualmente con una persona menor de edad, bajo ninguna circunstancia. Este delito debe eliminarse para homologar las conductas como hostigamiento sexual, pederastia o violación.

3. Sancionar la transacción y explotación reproductiva mediante vientres de alquiler

La industria de alquiler de vientres sigue operando en zonas grises que permiten la explotación reproductiva, especialmente de mujeres en situación de necesidad económica. Empresas que intermedian estos procesos lucran con cuerpos y vulnerabilidades, dejando graves secuelas físicas, psicológicas y legales. Es urgente regular, investigar y sancionar estas prácticas.

4. Garantizar la gratuidad de productos menstruales

La menstruación no debe ser un lujo. Para niñas, adolescentes y mujeres de escasos recursos, la compra de toallas sanitarias o tampones implica una “cuota por ser mujer” que impacta su salud, su escolaridad y su bienestar. La gratuidad de productos menstruales es una medida de justicia social.

5. Erradicar la violencia médica contra las mujeres

La violencia obstétrica y la violencia médica son realidades normalizadas: diagnósticos que se minimizan, mujeres a quienes se les dice que “exageran”, tratamientos aplazados que llegan tarde —especialmente en cáncer de mama y cervicouterino— y una alarmante falta de atención a enfermedades autoinmunes que afectan principalmente a mujeres. La medicina debe dejar de tratarnos como pacientes secundarias, como exageradas o “locas hormonales”. Especialmente urge que la atención preventiva en temas de cáncer llegue desde los 20 años, pues parece increíble que a pesar de que la estadística muestra cómo el cáncer de mama llega a mujeres cada vez más jóvenes, en hospitales y laboratorios impidan mastografías a mujeres de 30 años de edad por no tener una orden médica... Me pasó en Laboratorios El Chopo de la colonia Del Valle y además de lo humillante de la negación de un servicio que ya había pagado, el argumento fue que “por ley a las mujeres menores de 40 las debe referir algún médico”. No hay una ley que lo diga, solo una NOM obsoleta y restrictiva que al imponer requisitos adicionales, inhibe la prevención que podría salvar vidas.

6. Combatir la violencia institucional en fiscalías, ministerios públicos y juzgados

La impunidad es un fenómeno con nombre y apellido: fiscalías que revictimizan, ministerios públicos que no investigan y juzgadores que aplican criterios discriminatorios. Estas instituciones, columna vertebral del acceso a la justicia, se han convertido en uno de los principales incentivos para que la violencia persista, especialmente en entornos familiares. Intentar acceder a la justicia es un martirio que deja una huella adicional por violencia institucional. Ninguna persona sin perspectiva de género e infancias debería estar al frente de Coordinaciones de Atención a Víctimas , Fiscalía de Violencia Familiar o Fiscalía de Niñas, Niños y Adolescentes.

7. Devolver a las madres a sus hijas e hijos arrebatados por violencia vicaria

La violencia vicaria —cuando los agresores utilizan a las hijas e hijos para dañar a la madre— continúa sin ser atendida con la urgencia que merece. Hay mujeres que llevan años luchando para recuperar a sus hijos, enfrentadas a un sistema que minimiza el daño y protege al agresor. Poco vale su tipificación pues culturalmente, se mantienen intactas las creencias de que las madres algo hicieron para que les pasara aquello y en esa revictimización, las que menos tienen quedan sometidas psicológica, física y económicamente, inclusive hasta en su libertad y tranquilidad, por intentar salir de una relación abusiva.

8. Reconocer la separación forzada que daña a niñas y niños

Separar injustamente a niñas y niños de sus madres bajo criterios sesgados o mediante prácticas institucionales inadecuadas constituye una forma de violencia infantil que aún no se reconoce con claridad. Esta omisión perpetúa traumas y reproduce ciclos de violencia además de que en la estadística de abuso sexual a menores e infanticidio hay una dura relación de separación materna.

9. Erradicar la desaparición forzada de mujeres

A las mujeres las desaparecen por motivos distintos y en contextos específicos: trata, explotación sexual, feminicidio. La desaparición forzada de mujeres continúa siendo un agujero negro donde confluyen redes criminales e instituciones indolentes. Su combate debe ser frontal, especializado y con perspectiva de género. El delito parece perfecto: permite sugerir vinculación con actividades criminales, permite vacíos como el caso de Kimberly quien desapareció hace 2 meses en Naucalpan con un par de detenidos pero sin Kimberly y sin verdad.

10. Garantizar seguridad y vivienda para todas las mujeres

La violencia sistémica se recrudece por la incapacidad de una vivienda propia y por la violencia económica que mantiene el mayor impacto a las mujeres. No hay libertad posible sin un lugar seguro donde vivir.

La violencia económica, los desalojos, la falta de refugios suficientes y la ausencia de políticas de vivienda con perspectiva de género colocan a miles de mujeres en situaciones de riesgo continuo. La seguridad empieza por el derecho a un hogar digno. Siempre que se vive una crisis económica, las primeras en ser despedidas son mujeres... nuestro país enfrenta un proceso de desindustrialización que se refleja en maquilas corriendo a miles de ellas, mujeres sumándose a la informalidad, mujeres en hacinamiento y mujeres obligadas a tener dos o tres trabajos para poder completar una renta. La vivienda propia para las mujeres es un asunto de subsistencia, existencia y circunstancia básica para que ninguna tenga que quedarse a vivir en un espacio donde vive violencia con tal de no perder el techo.

En este 25N no hay espacio para discursos vacíos ni campañas de temporada ni fotografías institucionales mientras las cifras siguen creciendo. La voluntad política, reformas reales y políticas públicas que coloquen en el centro a las mujeres y las niñas son deuda desde hace años.

Queremos vivir. Y ese es un reclamo que no puede esperar al siguiente 25 de noviembre pues en la narrativa que nos imponen pareciera que por tener mujeres en espacios visibles a la cabeza del Estado y las gubernaturas, todas las de abajo tuvieran que callar y aguantar sus realidades intactas.

Habrá marcha y seguramente, habrá desacuerdo por esas marchas, pero lo que no puede existir es la mínima duda de la legitimidad del movimiento de las mujeres, la mínima sugerencia de derechas o de “opositoras” porque cambian los colores y partidos pero la situación para la mayoría continúa siendo francamente jodida.