Paradojas, en México se despedazó a las atletas mexicanas que defendieron con todo, con furia y alegría los colores y la camiseta de México en el campo de Sóftbol en Yokohama, Japón; lograron un histórico cuarto lugar; nadie critica a los jugadores de baseball que bajaron los brazos y fracasaron al no ganar ni un solo partido y ser eliminados en la primera ronda.

El deporte tiende a sacar lo mejor de los seres humanos y gestas deportivas como los Juegos Olímpicos, para dar el mayor esfuerzo por nuestro país; pareciera que también nos saca lo peor, y estamos puestos al escándalo ante hechos absurdos, si acaso chismes, como es el caso de los uniformes, pero somos incapaces de reclamar el evidente fracaso, falta de ganas y entusiasmo de otros.

Ejemplos de triunfo deportivo y gloria olímpica no es algo que abunde para México, que históricamente acumula 72 preseas.

De esas medallas nuestro país ha obtenido 13 oros, 24 platas y 35 bronces, lo que es reflejo de nuestra realidad como nación en un asunto tan importante como el deporte, pero en el que los esfuerzos institucionales son desordenados, marcados por ineficacia, falta de criterios claros para integrar las delegaciones que participan en la olimpiada y aún con casos escandalosos de corrupción y amiguismo.

Esta justa deportiva no es la excepción, los resultados que se han obtenido son gracias al esfuerzo individual, no porque la Comisión Nacional del Deporte haya hecho un gran trabajo y es que Ana Gabriela Guevara tiene glorias deportivas personales, pero no está capacitada para conducir la política deportiva, el hecho de ser deportista no implica tener tino o conocimiento para implementar políticas públicas que permitan a una nación como México desarrollar el enorme talento que sin duda posee su juventud.

Al momento, tenemos 3 medallas, todas ellas de bronce, en tiro con arco mixto que lograron Alejandra Valencia y Luis Alvarez; en clavados plataforma de 10 metros con Alejandra Orozco y Gabriela Agundez y la tercera en halterofilia con Areli Zavala.

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Otra mexicana que logró medalla, aunque compitiendo por otro país es Gabriela Bayardo, nacida en Tijuana, pero radicada en Países Bajos, nación que le permitió competir y ganar una medalla de plata en tiro con arco, en una situación donde fue la propia CONADE la que no le dejó vestir los colores de México precisamente por los vicios burocráticos ya mencionados.

Hemos obtenido decepciones, pero también derrotas con sabor a triunfo, cuartos lugares que nos hacen pensar en la posibilidad de crecer, un caso importante es el de la gimnasta Alexa Moreno, otro más el del equipo nacional de sóftbal femenino.

La novena se integró con jóvenes mexicanas, nacidas en México y Estados Unidos, donde la gran mayoría de ellas se han desarrollado en esa disciplina y en esas circunstancias integraron un equipo que estuvo a un paso de obtener medalla olímpica.

El equipo se integró de 15 mujeres, una oriunda de la Ciudad de México que es Stefanía Aradillas, el resto de ellas mexicanas nacidas en Estados Unidos, hijas de emigrantes.

Ellas son: Brittany Cervantes, Dallas Escobedo, Danielle O ´Toole Moreno, Anissa Urtez, Sierra Hyland Bañuelos, Chelsea González, Aitiana Palacios, Victoria Vidales, Amanda Sánchez, Elizabeth McQuillin Quintanilla, Sydney Romero, Marie Forbes Rojo, Nicole Rangel Mendez, Lillian Brookshire González, de California, Texas y Arizona primordialmente, territorios que fueron de México antes de 1847, a los que han emigrado millones de mexicanos en busca de oportunidades que su país no les dió.

Las deportistas cumplieron con la premisa del olimpismo que es competir y dejar todo en el campo, portaron con orgullo los colores de México y nos hicieron sentir esa emoción y ese orgullo que muy pocas ocasiones podemos tener al ver a un equipo mexicano pelearle de frente a verdaderas potencias de cada disciplina, como en su caso fue Canadá, Italia, Estados Unidos y Australia, su resultado es de verdad encomiable.

Sobre ellas cayó la maldición de las envidias y el nacionalismo ramplón, pues cometieron el error de desechar una parte de sus uniformes, no los de gala, no los que usaron en los partidos, sino los de entrenamiento.

Sobre el particular hay enorme polémica, sin embargo los comentarios van mucho más allá y se ha centrado en su lugar de nacimiento, su condición de hijas de migrantes y en el hecho de que según algunas opiniones no son mexicanas.

La reflexión es importante, porque México tiene una relación muy importante con los que se han ido a probar suerte en Estados Unidos, en especial la recepción de remesas que han rebasado los niveles de lo imaginable y crecieron hasta 4 mil 500 millones de dólares por mes. Ellos corresponden a su país.

La xenofobia y el racismo, junto al machismo son rasgos que permanecen en nuestra sociedad y esperan cualquier momento para aparecer a escena. Este es el caso, pues las críticas a ellas se centran en su condición de mujeres, hijas de emigrados, que sin embargo se sienten mexicanas.

El logro deportivo de las mexicanas en sóftbol es la oportunidad de construir una historia de éxito y triunfos a partir de una disciplina deportiva que nunca ha estado en la mente de las autoridades deportivas.

Es indignante que se pretenda sancionarlas o vetarlas como ha sugerido el presidente del Comité Olímpico Mexicano Carlos Padilla, los uniformes son solo eso, prendas, y cada deportista sabe si las conserva como recuerdo o no, lo importante es que ellas dejaron todo su esfuerzo en el campo y eso es lo que debemos celebrar e impulsar.

Son ejemplo para millones de niñas y jóvenes mexicanas, un ejemplo de disciplina, pundonor y constancia, de coraje y de no arredrarse ante las circunstancias más adversas.

De eso se trata el deporte, para eso es la olimpiada y ese es el propósito de enviar a nuestros deportistas a Tokio.

Son mujeres las que han dado la cara por México.

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