No tiene caso a estas alturas hacer un repaso de las cifras, ni tampoco hacer una cronología de las decenas de lamentables declaraciones o de la actitud sumisa y perversa con la que Hugo López Gatell se ha comportado como responsable del gobierno mexicano para el manejo de la pandemia.
Pero sí vale la pena seguir señalando cada acción que consideremos pone en riesgo, no solo la salud de los mexicanos, sino también a la actividad económica en general.
Es claro, por sus declaraciones y la manera en que se ha manejado todo desde su inicio, que la pandemia generó un pánico al interior del gobierno, pero por los estragos que esta podría generar para la economía. De ahí, se partió para llevar a cabo una estrategia que siempre minimizó el problema, en un intento por no crear incertidumbre y permitir que las familias mexicanas siguieran con sus actividades diarias como si poco pasara.
Por supuesto que la economía familiar no hubiera aguantado los cierres de actividades prolongados que se han tenido en algunos otros países, menos aún, cuando el gobierno nunca estructuró un esquema de apoyos adicionales, que ayudara a la solvencia tanto de las familias, como de miles de empresas que se han visto en una situación crítica.
Pero aún con eso en mente, las declaraciones, la sobradez, la manipulación de las cifras, y la falta de datos precisos y lineamientos concretos y obligatorios; han terminado por cobrar muchas vidas, y retrasar el regreso a la normalidad en el país.
Hoy de nuevo, ante una nueva cepa que ha prendido alarmas en gran parte del mundo, el vocero del covid en México, ha decidido minimizar el tema. López Gatell argumenta que “de momento” no hay datos concluyentes como para considerar que Ómicron representa una amenaza severa a la salud de las personas, que no ha mostrado suficiente evidencia como para afirmar que es más contagiable que las otras variantes, o que no reacciona a las vacunas, y que por ello, “de momento”, no hay que hacer nada al respecto.
¿Por qué si no hay datos concluyentes, se prefiere minimizar, esperar, y apostar con la salud de los mexicanos, en lugar de tomar medidas preventivas que eviten llegar a situaciones críticas como las vividas hace unos meses con la variante Delta? Si al final de cuentas Ómicron no es una variable de riesgo que bueno, pero y si lo termina siendo, ¿cuántas vidas costaría su negligencia?
Alertar a la población no significa apanicarla, tomar medidas preventivas no significa cerrar al país por completo. Pero lo importante, es que la preponderancia del mensaje de quien debe prevenirnos, debería ser siempre a favor de que la gente se siga cuidando, se siga tomando esto en serio, que no se confíe y contribuyan a que se contenga una nueva oleada; pero no ha sido así y no lo será.
Para López Gatell lo que parece ser más importante es cuidar el humor de su jefe, en lugar de la salud de la ciudadanía. Y aunque es algo a lo que ya debemos de estar acostumbrados, no debemos parar en señalarlo, exhibirlo y denunciarlo. Con la salud no se juega, no se especula, no se escatima. Por eso de momento, mejor cállate Hugo.