El Diccionario de la lengua española define epitomar como “reducir a epítome una obra extensa” y epítome como “resumen o compendio de una obra extensa, que expone lo fundamental o más preciso de la materia tratada en ella”.

Conocí la palabra epítome cuando, en la carrera de economía en el Tecnológico de Monterrey, un maestro bastante pintoresco, Eulalio Guerra, nos explicaba que lo más importante de la economía son los contratos y, por lo tanto, nos sugería leer sobre todo un libro que yo pensaba era suyo, Epítome de los contratos. Algo leí entonces de esa obra. Hablo de los años setenta del siglo pasado. Hace rato la busqué en internet. Encontré solo un libro así titulado, pero de otro autor y de otro año, Ricardo Treviño García que lo publicó en 1994.

De aquel Eulalio no hay nada: ni siquiera la inteligencia artificial de Google sabe quién es. Recuerdo a un Ricardo Treviño entre aquellos profesores: quizá se trate de quien hoy aparece como creador de Epítome de los contratos, pero me sorprende que según la inteligencia artificial de Google ese libro se haya publicado por primera vez en 1994: juro que lo tuve en mis manos 20 años antes. ¿Será que se apendeja inclusive la inteligencia artificial, que es lo más aproximado que conocemos a la idea de la divinidad infalible?

Lo que sí sabe la inteligencia artificial de Google es que entre los motivos para romper un contrato está el de recibir un servicio de calidad muy inferior a la prometida.

Clara Brugada está fallando bastante feo. Apunto algunas deficiencias notables:

Las columnas más leídas de hoy

Baches. La Ciudad de México es el infierno de los baches; siempre han existido, pero no tan tantos y tan profundos como en la actualidad.

Agua. La gestión del agua potable es pésima, particularmente por las fugas; antes había problemas, pero no tan serios.

Aire. La calidad del aire enferma como nunca a las personas con problemas inmunológicos, lo que me consta: si cambian su residencia a lugares menos contaminados, dejan de sufrir por toda clase de enfermedades, algunas graves. Sin duda en la megalópolis no es novedad la impureza del ambiente, pero me parece, por mi personal experiencia, que ya rebasa todos los límites. Alguien que debe recomendar a sus pacientes, con serias crisis por la inmunosupresión, buscar aires menos dañinos es el secretario de Salud, el eminente médico David Kershenobich.

Basura. El presocrático Heráclito, alias el Oscuro, diría que en la capital mexicana la basura es la reina y la madre de todas las cosas. Nunca ha estado ciento por ciento limpia la megalópolis, pero lo de hoy es absolutamente terrible.

Tráfico. En todos los rankings de las ciudades con el peor tráfico del mundo la Ciudad de México aparece, bastante arriba, en el Top 10, e inclusive tiende a encabezar las listas.

Seguridad. En esta materia ha habido avances en la Ciudad de México, pero no pueden ser atribuibles a la operatividad, no demostrada, de la actual jefa de gobierno, Clara Brugada, sino más bien son consecuencia de lo logrado por su antecesora, Claudia Sheinbaum, y a la estrategia nacional de la hoy presidenta que ejecuta, este sí con notable capacidad de operación, el titular de Seguridad federal, Omar García Harfuch.

Desastre del 2 de octubre. El 2 de octubre de 2025 fue el colmo de la incapacidad de una administración, la capitalina, que permitió enormes destrozos en la Ciudad de México y lesiones a demasiados policías. Lo peor, no hubo sorpresa: se sabía que unos pocos profesionales de la violencia generarían caos, y no se hizo nada para impedirlo. Una verdadera vergüenza. Como Cuco Sánchez, si la jefa de gobierno ya sabía que todo esto pasaría, ¡¡¡por qué diablos lo permitió!!!

Debe ser rescindido el contrato que el electorado de la capital mexicana firmó con Clara Brugada. Esta mujer puede ser honesta, y seguramente lo es, y nadie duda de su lealtad a la 4T, pero su eficacia es prácticamente nula.

La gente sabía que Brugada no era la mejor opción. Se reflejó en la encuesta de Morena de noviembre de 2023: Omar García Harfuch logró el 40.5% de las preferencias para ser candidato morenista a jefe de gobierno de la Ciudad de México. Clara Brugada quedó en un lejano segundo lugar, con 26.7 por ciento. A pesar de la goleada, quien mandaba en el partido de izquierda el pasado sexenio (el querido y admirado Andrés Manuel López Obrador, que en esto se equivocó) decidió que Harfuch no debía gobernar la capital. Lamentable error.

¿Que Brugada ganó las elecciones? Es verdad: se impuso por la popularidad de AMLO, por la campaña sin errores de Sheinbaum y porque la oposición presentó a un candidato todavía peor, el mamilillas Santiago Taboada.

No está en riesgo —todavía no— el dominio electoral de Morena en la Ciudad de México. Es decir, Brugada podría todavía equivocarse mucho más y la izquierda seguir ganando en las urnas. Lo que sí está en riesgo, si no se anula el contrato que le dio la jefatura de gobierno a una persona absolutamente incapacitada para ejercer el cargo, es la mínima calidad de vida que la gran capital debe ofrecer a sus habitantes.

Si es una persona seria y responsable, Clara Brugada aceptará rescindir el contrato para gobernar la Ciudad de México que firmó con la sociedad capitalina. Sería sencillo alcanzar el acuerdo mutuo entre la gente y su gobernante que nomás no puede.

Brugada debe renunciar y dedicarse a otra cosa. Si buscáramos el epítome de contrato en una sola palabra, esta sería cumplimiento. La jefa de gobierno no ha cumplido, entonces ya no vale su contrato.

Sobran posiciones en el gobierno y en Morena donde se podrán aprovechar las habilidades de Clara Brigada, que demostradamente no incluyen la capacidad ejecutiva para la alta dirección.