“Sandy, you must start anew

Don't you know what you must do?

Hold your head high

Take a deep breath and sigh

Goodbye to Sandra Dee.”

OLIVIA NEWTON-JOHN

"… It’s been a mystery

But still they try to see

Why something good can hurt so bad

Caught on a one-way street

The taste of bittersweet

Love will survive somehow, somewhere."

JOURNEY

Ya sea por miedo a las auditorías administrativas que vendrán (¡vaya que las habrá tarde que temprano!), por su obsesión con el poder o por ambas cosas, el Ejecutivo federal busca que la Guardia Nacional pase a depender en su totalidad de Sedena. Lejos queda el Andrés Manuel que clamaba por la no militarización de la vida nacional.

La gente cambia. Hasta el más demócrata, incluso a los ojos de quienes dicen conocerlo, ha enterrado el discurso de “los militares a los cuarteles” para militarizar de facto —e intentar hacerlo de jure— todas las instancias civiles de la nación. Vale decirlo: los tiranos no se hacen de la noche a la mañana; se van forjando. El AMLO que algunos connotados lopezobradoristas conocieron, ya no existe. Insisto, la gente cambia; inundada de poder, cambia más.

De forma abierta, pública, sin miramientos, el presidente propone violar la ley. Solo así se entiende el anuncio de un decreto a meses de haber presentado él mismo una reforma a la Carta Magna… Si el mandatario sabe que dicha reforma legislativa es necesaria para lo que se propone, por definición este manotazo disfrazado de decreto es ILEGAL.

Además, la embestida en contra la Constitución es consecuencia (y reconocimiento implícito) de que Morena no tiene la mayoría calificada en el Congreso de la Unión.

Así, el mandatario arremete con toda la fuerza —la que le corresponde y la que no— y propone que la Guardia Nacional sea el títere del Ejército.

Mas la Guardia Nacional no puede ni debe depender de la Secretaría de la Defensa Nacional. La Constitución establece con todas sus letras y sin margen para la interpretación que la Guardia es una institución civil que está adscrita a la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana.

No es la primera vez —ni será la última— que López Obrador nos muestra su pensamiento (“no me vengan con que la ley es la ley”). Ante la imposibilidad de hacer una modificación constitucional a la reforma que ¡ÉL HIZO! en el 2019, ahora busca forzarla vía decreto. La militarización emprendida desde su toma de protesta ha estado sembrada de mentiras y medias verdades; incluyendo la última donde afirma: “en la esfera de mis atribuciones puedo modificar, si es necesario el reglamento interno del gobierno; puede ser por decreto. Puede ser una reforma a la ley de la Administración Pública, independientemente de lo que resulte sobre la reforma constitucional”.

Haríamos bien en aceptarlo, primero, y actuar en consecuencia, segundo: el diálogo democrático ha muerto. El desprecio por los mexicanos, sus instituciones y sus leyes es absoluto. ¡Enfrentémosle!

Desde la óptica jurídica y legal, al utilizar un decreto que vulnera la Constitución AMLO apuesta a que las controversias constitucionales que se suscitarán tarden años en ser resueltas en la SCJN. Todos los casos previos así lo indican.

Para salvar su propio pellejo, al titular del Ejecutivo le urge proteger a los militares de lo que ya hacen en la práctica: un presupuesto de la GN que ¡HA AUMENTADO MÁS DE 13 VECES! en comparación al 2020 y que es manejado por el ejército, ahora dueño de todas la infraestructura de la Guardia Nacional.

El decreto busca que las auditorías no puedan adjudicarle violaciones/crímenes administrativos y penales por lo que está ocurriendo todos los días bajo nuestras narices.

Pero falta lo más serio de todo: un nuevo aviso específico de que López Obrador se atrinchera en la Silla del Águila. López Obrador se aferra a la Presidencia pues planea quedarse ahí.

La pérdida de las instituciones civiles para circunscribirlas a las órdenes de las fuerzas castrenses, hace que estas últimas tengan un mayor poder y se mantengan fieles a una persona, cuando su lealtad debe estar solo con el país.

El desaparecer a la GN como institución civil es una amenaza a la democracia que no puede ni debe despreciarse.

Son muchas las formas y señales con las que hemos sido advertidos. López Obrador busca perpetuarse en el poder. Ahora agrega a la Guardia Nacional como mecanismo para asirse a la silla presidencial.