Que estresante el juego del sábado de Monterrey contra los Tigres.

El Monterrey venía nada más y nada menos de ganarle al equipo de Messi y amigos, y cantar “Miami me lo confirmó” como la canción de la Gozadera de Gente de Zona. En el seno Rayado todo era felicidad y muchos pensábamos que el juego del sábado sería fácil.

Del otro lado, Tigres fue eliminado por el Columbus Crew, actual campeón de la MLS, siendo el único equipo mexicano que no pasó a la siguiente ronda de la CONCACAF Champions League.

El clásico era un partido ideal para ambos equipos. Del lado albiazul para confirmar el momento de la plantilla y reconfirmar que este equipo sí tiene la sangre y la pasión que mucha gente cree que no han tenido las plantillas de años anteriores.

Del lado auriazul, era el partido del año, como dijo uno de sus jugadores. Era el partido donde iban a emparejar las cosas, al menos del lado anímico, con los vecinos de Guadalupe. El clásico era el partido perfecto para sacudirle el confeti a los Rayados y seguir con la jefatura que han tenido los de Sinergia Deportiva desde hace ya algunos años.

El ambiente del estadio de Rayados estuvo espectacular y las medidas de control y seguridad parecían las adecuadas para un juego que es considerado de alto riesgo. Iba a entrar el líder de la barra de los Libres y Lokos, Samuel Reyes, y le pidieron amablemente la salida del inmueble. Creo que esto bajó los posibles riesgos que pudiera causar esta persona como lo ha hecho en anteriores encuentros. Aunque hubo cosas desagradables, creo que todo el ambiente estuvo bajo control.

Lo que nadie se esperaba, empezó ganando Tigres con gol de Brunetta en un gran descuido de la defensa Rayada a pocos segundos de haber comenzado el partido. Rayados se fue encima y a los siete minutos ya había empatado con gol de Romo. Con Rayados arriba hubo una marcación de un penalti, que después de la revisión del VAR fue anulado, por algo que muchos no entendemos el porqué.

Antes de terminar el primer tiempo, de nuevo vacunaron a los Rayados con un gol en contragolpe por parte del jugador Goriaran. Los ánimos del equipo azul y blanco y los de la misma gente se fueron a los suelos, pero el marcador todavía era alcanzable.

Empezando el segundo tiempo, en otro descuido, el que les metió el gol en los primeros segundos del primer tiempo, volvió a anotar y el marcador se encontraba 3 a 1 favor Tigres. Muchos ya veíamos la burla por parte de los Tigres diciendo que los Rayados son clientes, que la gallina enterrada, que en tu casa y con tu gente y no se cuantas cosas, porque en ese momento, sin ser superior en el campo, Tigres ganaba.

No se veía por donde se pudiera anotar. Tiros a diestra y siniestra y nada. Llegó de la lateral izquierda a toda velocidad Gerardo Arteaga y anotó el 3 a 2 dándole un rayito de esperanza al partido.

Tigres mandó el autobús atrás y parecía imposible anotar. Por todos lados se intentó y no hubo manera de lograrlo. Tigres tuvo un par de oportunidades de aumentar el marcador, pero fallas de los delanteros no lograron anotar “el que mata”.

Era tiempo de compensación, el portero de Tigres, ese que no es Nahuel, hizo tiempo y el árbitro le dijo que compensaría con un minuto extra. Ese minuto fue definitivo para salvar el honor rayado. Con el portero buscando el remate, el español Sergio Canales tiró un córner que llegó a la cabeza del delantero argentino, German Berterame y llegó el del empate.

Después de ese gol el árbitro pitó el final y el jugador Aquino y el director técnico Siboldi fueron expulsados por reclamos sin sentido al árbitro.

De este empate, ¿quién ganó más y quién perdió? En este juego, los puntos son lo de menos. Anímicamente, el resultado es una inyección de adrenalina para el Monterrey, pues se quitaron la etiqueta de jugadores y técnico que no sienten el juego. No perdieron a pesar de varias marcas equivocadas del árbitro, una precediendo el segundo gol, otra en la no marcación de un penalti y varias donde eran faltas y las dejó correr.

Lograron empatar cuando todo parecía perdido y eso fue una explosión de emoción en la tribuna, bares y en las casas (pregúntele a mi esposa el grito que tuve en el gol del empate). Hace mucho no estaba en la orilla del sillón en un juego y este así me tuvo en el segundo tiempo.

Los Tigres, a pesar de las ausencias importantes, lograron un buen resultado en un estadio que, aunque es fácil para ellos, es complicado para muchos. No borraran el mal resultado del miércoles con un buen resultado este sábado y sentirán que lo pudieron haber ganado y no pudieron.

Mire, y así lo veo yo, creo que este resultado rompe la malaria en los clásicos donde los que somos Rayados hemos sufrido casi casi desde que llegó Gignac a México. Veo que el juego rompió un bloqueo de miedo que se tenía desde hace mucho tiempo y que los resultados para Rayados vendrán en positivo si transforman esta emoción en algo más.

Lo que sí estuvo muy mal fue lo que hizo Nahuel Guzman desde un palco que se les facilita a las bancas visitantes. Aprovechando que a los jugadores no se les hace una revisión para entrar al estadio metió un apuntador láser con el que estuvo molestando al portero de Rayados, Andrada y al medio español Canales. Andrada reportó el láser y se tiene en video que la persona que estaba haciendo eso era Guzmán. No se que tan buena o mala persona sea Nahuel fuera de la cancha, pero esto que hizo debería de ser castigado por la liga de una manera ejemplar. Si esto lo hubiera hecho cualquier aficionado, lo hubieran sacado del estadio y en una de esas, boletinado para que no volviera a entrar. Un asco lo de Guzmán.

Lo otro, que cae en lo asqueroso, fue el aficionado de Tigres que llenó de orines un vaso de cerveza para aventarlo a la gente que estaba en la parte de abajo del estadio. Ya no son los 90´s donde la gente gritaba “ahí va el agua” y tonterías de ese tamaño. En el estadio de Rayados hay baños funcionales y eso de aventar vasos no pasa. Ojalá veten a la persona que hizo esto y no solo del estadio del Monterrey sino de todos los estadios de México.

Como Rayado, ¿qué me parece el marcador? Pues no tan bueno, pero destapar la pasión de la gente y sobre todo de los jugadores, servirá para los próximos partidos y las etapas finales. Es trabajo del DT ajustar los errores que encontró en el partido. Es trabajo de los jugadores concretar las jugadas. En el siguiente partido es probable que veamos los efectos de las emociones de esta semana, ojalá todo esto haya servido para que todos se concentren en los siguientes juegos.