“¿Libertad de expresión?

No. Aquí no. Aquí no existe eso.

Pónganse en filita. Se la pelan al norte, perros.

‘Déjense venir, todavía le queda mucho norte a estas venas’”.

Chumel Torres

“Es probable que ni uno ni otro sepamos nada que tenga valor, pero este hombre cree saber algo y no lo sabe, en cambio yo, así como, en efecto, no sé, tampoco creo saber. Parece, pues, que al menos soy más sabio que él en esta misma pequeñez, en que lo que no sé tampoco creo saberlo”.

Platón

La persecución contra Chumel Torres —que incluye el hecho de “candidatearlo” para la grande— no es otra cortina de humo del gobierno, aunque eso pudiera parecer. Hablamos de un ataque contra la libertad de expresión, en este caso la que se da a través de la comedia; de que no se permite el disenso, la señalización —así sea en son de broma-. Y es también una muestra inequívoca de la justicia selectiva que impera en nuestro país. En suma: la evidencia de lo pequeña que es la 4T al emprenderla contra comunicadores en lugar de enfrentar la verdadera violencia que hay en el país.

Valga el ejemplo del día de ayer. Ante el artero asesinato en en el país del octavo periodista en lo que va del año, López Obrador solo dedicó tres minutos de su alocución matinal al mismo; Armando Linares, el periodista asesinado en Michoacán, no mereció más tiempo. Destinó, en cambio, más de 20 minutos para cuestionar a Carlos Loret de Mola y para comentar sobre Chumel Torres.

Y las palabras destinadas al youtubero y rey de las redes sociales, Chumel, fue para negar que él —López Obrador— tenga algo que ver con la denuncia realizada por la senadora morenista de Chihuahua, Bertha Caraveo.

Claro, aprovechó también para proponer al comediante como candidato de los conservadores de cara a los comicios presidenciales del 2024. Olvida Andrés Manuel que, ‘entre broma y broma, la verdad se asoma’, y que hay comediantes que han resultado magníficos estrategas y hombres de Estado (allí tiene al presidente de Ucrania). En cambio, a cada rato nos topamos con autoridades —políticos de profesión, como es el caso de AMLO— cuya actuación terminan siendo una burla.

En fin, pueden no gustarnos las palabras utilizadas por Chumel (específicamente al referirse a la senadora morenista), pero estas no pueden catalogarse como violencia de género. Decirle a una persona “estúpida, quise decir tarada; me lleva la verga, Señora, tantito más arrastrada y babosa y le crece caparazón, mija” no tiene que ver con el hecho de que la legisladora sea mujer; nace a partir de la forma en que una representante popular defiende a López Obrador y a su vástago en la palestra senatorial.

En realidad, decir ‘defender’ es darle mucho mérito; solo lanzó a todo pulmón el “es un honor estar con López Obrador” y “apoyo a López Obrador y a su hijo”. Esto es, habló por hablar, pues no pudo aportar ninguna explicación medianamente lógica del conflicto de interés que hubo con lo de la casa de Houston.

Lo dicho por Chumel no hace otra cosa más que señalar —de forma soez, es cierto— lo advenediza que ha resultado la legisladora, como muchos otros. Sin embargo, no constituye violencia de género.

Total, que la legisladora levantó su denuncia ante la Fiscalía y esta última ya abrió una carpeta de investigación al respecto. Con ello, el ataque directo y avalado por la FGR contra la libertad de expresión cobra nueva fuerza (como si se necesitara…).

Llama la atención, ¿por qué la senadora no comentó sobre la violencia de género —esa sí— que el regidor de Morena en La Piedad, Michoacán, Iván Abdiel Rizo Téllez, ejerció en contra de la también senadora Lilly Téllez del PAN?

La serie de insultos que lanzó el regidor en contra de Téllez son soeces, además de una violencia de género imperdonable. Y los morenistas guardan silencio sepulcral. Ya no sorprende…

Y como muestra de la hipocresía que campea a sus anchas en Morena, el legislador forma parte de las comisiones de la mujer, derechos humanos y grupos en situación de vulnerabilidad.

¿Violencia de género? ¡La generada por Morena en sus diversos estamentos al haber clausurado las guarderías infantiles, las escuelas de tiempo completo, los refugios temporales para mujeres violentadas!

Se debería haber puesto la misma rapidez que se imprimió en denunciar a Chumel para quitarle el fuero al hoy ex diputado federal morenista de Puebla, Saúl Huerta. De la denuncia de abuso sexual interpuesta por un menor, tardaron más de cinco meses para que se girara orden de aprehensión en su contra. ¿La justicia solo es expedita para quienes critican al poder?

No se diga la nula justicia ejercida en el caso de Félix Salgado Macedonio, quien a base de presiones y componendas logró se desecharan las denuncias en su contra por violación sexual. Más tarde se puso la candidatura por de la gubernatura de Guerrero en manos de su hija, transformada en patiño de su padre. ¿Eso no es violencia de género?

Queda claro lo siguiente:

  • Hay persecución de la 4T contra todo aquel que ose a criticar, burlarse o mofarse de alguno de ellos.
  • El acoso en contra de los comunicadores inicia en el gobierno.
  • Puede uno estar o no de acuerdo con Chumel, pero la libertad de expresión es sagrada o debería de serlo. Y este criticó a la senadora por tonta, no por su calidad de mujer.
  • Se trastocan los conceptos, (violencia de género) para acusar a los críticos, pero se permite en el discurso del régimen.
  • Existe la justicia a modo. Se persigue a un influencer por decirle bruta a una senadora, pero se permite el acoso sexual, la violación y la violencia de género si el perpetuador es un miembro de Morena.

Tolerar el acoso de las autoridades penales consintiendo el enojo de una legisladora no solo es demencial. Es el asomo de prácticas violatorias de la libertad de expresión.

Permitir que la comedia, la libertad de expresión sean perseguibles porque a un miembro del poder se sintió vulnerado por el dicho de un comediante, no puede ni debe ser consentido.

Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero