Así como la alemania fascista encumbró a un violento como Horst Wessel y lo transformó en un mártir símbolo de su lucha por el poder hace un siglo, así las fuerzas reaccionarias que disputan el poder en Estados Unidos utilizan el asesinato del comentarista de extrema derecha Charles Kirk para arreciar la persecución en contra de sus enemigos, reales o imaginarios.
Y no se trata de celebrar el violento asesinato de quien en vida apoyara y condonara el uso generalizado de armas de fuego en su país, sino de simplemente describir la ideología del fundador del grupo de propaganda política ultraderechista Turning Point USA (TPUSA).
Kirk, a quien en el colmo del patetismo lloraron personajes “mexicanos” como Salinas Pliego, Eduardo Verástegui y el hijo del espurio Felipe Calderón fue un odiador de migrantes, mexicanos, seguidores de la fe islámica y más recientemente, de la religión judía.
De México, opinaba que somos “un país pequeño y pobre”, demostrando la ignorancia en la que felizmente viven gran parte de las personas producto del sistema educativo de Estados Unidos. De la izquierda, señalaba que eran “asesinos” y “wokes”. De las personas LGBTQ, que eran unos “freaks” (raritos), de las personas trans, que eran “trannys”.
Y el odio sigue. Según enumera el escritor liberal Ta-Nehisi Coates en un artículo publicado en Vanity Fair, de las personas afroamericanas, Kirk opinaba que no estaban intelectualmente al nivel de los “blancos” y que las personas con ese origen étnico usualmente “merodeaban” las calles de los Estados Unidos buscando atacar a personas blancas “por diversión”.
De los migrantes, al igual que Trump hace una década al lanzar su primera campaña presidencial, Kirk opinaba que “violaban a las mujeres y te cazaban en la noche”. Donald Trump, por cierto, no se dignó a aparecer en el velorio de quien tanto lo ayudó a captar sectores jóvenes de votantes. Fueron más importantes para el actual presidente sus eventos sociales y sus partidas de golf.
De los “donantes judíos” a políticos opositores al partido republicano, Kirk señalaba que eran responsables de "políticas radicales, de fronteras abiertas (sic), cuasi-marxistas”, además de rematar señalando que “la base política de (la ideología) antiblanca ha sido financiada en gran parte por donantes judíos en el país”.
Es sumamente irresponsable lo que hacen algunos comentaristas liberales y paleros de la derecha en Estados Unidos y en el mundo, al querer volver mártir a un personaje que lo único que hizo en su breve vida fue esparcir el odio mediante sus conferencias y sus programas de streaming en redes sociales. Normalizar ese discurso de odio es, francamente, aberrante.