Dos tripulantes muertos como resultado del accidente mortal en que el Buque Cuauhtémoc choca contra el Puente Brooklyn localizado en Nueva York, sacado de una escena de tragedia hollywoodense propia de alguna película que ya supera la realidad. Una de ellas responde al nombre de América Yamileth Sánchez, integrante de la Heroica Escuela Naval Militar.

Seguramente su familia, sus padres principalmente, sentían orgullo de tener una hija que se convertiría en una gran marina. El sueño les quedó trunco y, hoy, sus celulares se han llenado de condolencias e indicaciones para la repatriación del cuerpo de su hija.

Entre todas las dudas que flotan con tensión dolorosa sobre esta escena que duele simbólicamente por la forma en que se rompe aquello que sostiene nuestra bandera y que duele también metafóricamente por el nacionalismo de nuestra embarcación apagándose poco a poco en nación extranjera, existe la pregunta sobre quién o quiénes pueden ser responsables del error garrafal de cálculo. Dicen que subió la marea, dicen que intentaron cruzar por la parte más baja, dicen que trataban de  encallar y que el desplazamiento fue un error. Un accidente. Sobre lo que no queda duda es sobre la sensible predisposición aparente en la opinión pública y algunos columnistas para deshumanizar este accidente e instrumentalizarlo para sostener el argumento político contra la 4T.

Resulta paradójico que aquellos que acusan la polarización son los que parecen estar más enfermos de ella. 

Comunican con cierto gusto rabioso el error, lo relacionan con mala saña a un proyecto de nación, acusan que aquel tiene “la marca de la 4T”. Son compulsivos compartiendo información del accidente, no por el deseo de informar sino por las ganas de mostrar cuanta tragedia cabe en una vinculación partidista. Se envilecen sugiriendo qué todo lo que pasa, pasa porque no gobiernan los que ellos quieren.

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Espumea su boca tanto como los dedos de los que salen textos increíbles, ni siquiera periodísticos pues aquel viejo hábito de escribir hasta tener certezas se ha esfumado en la era digital. Se escribe con el afán de que cada letra en la hoja blanca le vaya dando forma a una daga que sea filosa y letal aunque los hechos de los que emana la crítica no sean del todo claros y el tiempo para procesar lo que ha pasado no haya transcurrido ni un poco.

Es la era de la insensatez, una era en la que la voz de los técnicos y especialistas solo cuenta cuando, nuevamente, son herramienta para convencerse de su postura política. Si es que el argumento técnico no alimenta aquel sentimiento de superioridad moral por sentirse opositores, aunque aquel argumento sea lo más humanamente necesario para esclarecer los hechos, simplemente no cuenta. Aquellos columnistas muerden como el animal furioso qué mira pasar al extraño sin darse cuenta que es hermano. Que los dos cadetes estudiantes eran dos de los nuestros, que este accidente ocurre en medio de momentos tensos entre los dos países y lo que era un encuentro amistoso terminó siendo un funeral.

Hoy se revela que el accidente del buque Cuauhtémoc pudo ser ocasionado por errores de maniobras por parte del remolcador y fallas del propio puerto de Nueva York. Siendo que el remolcador era un práctico de aquel puerto qué encima, tomó la decisión de sacar el navío marino de reversa. Los reportes dicen que la marea subió  8 metros y que la diferencia entre la altura de los mástiles y la marea atendía justo a esa diferencia.

En el contexto militar que depende estrictamente de las órdenes, cuando surgieron los problemas no se ordenó a la tripulación qué bajara de los mástiles y eso provocó la escena fatal. Encima hubo una falla en las máquinas del buque pues se dice que un cable que conectaba a la proa de la nave quedo desconectado y eso hizo imposible detenerlo. Tan es así, que se analiza en este momento la posibilidad de que el Consulado de México en Nueva York contrate servicios legales para proceder legalmente en contra de los encargados del puerto de Nueva York.

Cuando llegó el Buque Escuela Cuauhtémoc “Caballero de los mares” a ese puerto, una embarcación emblemática de la Armada de México que se hizo a la mar por primera vez en 1982, el despliegue de luces y nuestra bandera ondeante fue bellísimo y digno, con el orgullo simbólico del país que enfrenta una batalla profundamente desigual con la más alta integridad posible y la prensa local lo describió como “una de las representaciones más poderosas de la diplomacia pública formación naval y promoción cultural” según la agencia de noticias EFE. 

Hoy se ha apagado y los comentarios en X, antes Twitter, de usuarios que dicen ser parte del movimiento Maga (Make America Great Again) son terribles, humillantes e igual de inhumanos qué los opositores de acá, despreciando las vidas de la tripulación y los 20 heridos para usar una tragedia con fines políticos diciendo que es “karma” y que los mexicanos debían irse de su país pues aquel accidente es un mensaje de que ni sus mares nos quieren. Vaya ironía.

Como en tiempos de la Independencia, los opositores despreciaron a los nacionales rogando intervención extranjera... renunciaron a brindar apoyo y exigir esclarecimiento apoyando a sus connacionales con tal de no estar agrupados dentro de los mexicanos gobernados por una Jefa de Estado. Optaron por responsabilizar, temprano y sin pruebas, a la propia administración del gobierno en turno sin alcanzar a mirar que esto pudo ser negligencia deliberada por parte de los encargados del puerto de NY, justo en tiempos de negociaciones por el T-MEC, la seguridad, la declaración de narcoterroristas a cárteles con presencia expandida, los Guzmán Loera y la lista sigue ... para dejar claro que el evento amistoso no tenía nada de amistad. Son tan limitados que no entienden el momento en que estamos y tan obtusos que muy pronto rogaran invasiones aunque con eso se pierdan vidas... no importa, pues para ellos lo relevante es que su postura política sea triunfante.