México acaba de subirse (con todo) al tren global del proteccionismo. La iniciativa del gobierno para elevar aranceles de 10% a 50% a 1,463 fracciones de sectores como autos, autopartes, textil, calzado, acero y electrodomésticos —dirigida a países sin tratado (China, Corea, India, Vietnam, Malasia, Tailandia, Turquía, Indonesia, Rusia)— pondría bajo lupa importaciones equivalentes a 52 mil millones de dólares (8.6% del total). Es una jugada ambiciosa: promete blindar empleos y recaudar más, pero también puede encarecer la canasta y enfriar inversión.
La narrativa oficial… y el telón de fondo geopolítico
La administración argumenta que los aranceles protegerán 325 mil empleos y reforzarán “polos industriales”, todo dentro del Plan México. Además, busca corregir el déficit con China (más de 119 mil mdd en 2024) y “alinearse” a estándares internacionales. En paralelo, Washington endureció su propia línea (p. ej., vehículos eléctricos chinos al 100% y alzas a baterías, wafers, chips, polisilicio), creando un clima donde “no proteger” luce políticamente costoso.
Ventajas potenciales (si se ejecuta bien)
1. Tiempo para reordenar cadenas: espacio para que proveedores locales inviertan y escalen, sobre todo en ramas con dumping documentado.
2. Palanca negociadora con Asia y carta ante la revisión del T-MEC: “nivelamos la cancha”, mensaje bien recibido en EU.
3. Recaudación adicional y formalización aduanera, siempre que se acompañe de fiscalización eficiente.
Los costos probables (y rápidos)
1. Inflación: México importa masivamente insumos y bienes finales de bajo costo desde China (20% de nuestras compras externas). El impacto será inmediato en vestido, calzado y electrodomésticos.
2. Competitividad en riesgo: muchas maquilas dependen de insumos chinos. Si se encarecen aquí y enfrentan arancel allá, hay doble golpe.
3. IED y represalias: aunque México exporta poco a China, la respuesta puede venir vía inversión y trato a empresas.
El punto ciego: “sustitución” no es automática
Cerrar la puerta no crea proveedores. Sin transferencia tecnológica, financiamiento, capacitación, logística y energía confiable, no habrá sustitución real en 12–24 meses.
El otro talón de Aquiles: justicia en transiciónUn factor que suele subestimarse en el análisis económico, pero que pesa tanto como un arancel, es la certeza jurídica. La reciente reforma judicial no ha iniciado con el pie derecho: errores de diseño, improvisación normativa y cursos exprés de capacitación están siendo expuestos de forma crítica en redes sociales y en foros especializados.
¿Por qué importa para la inversión asiática?
- Principio de seguridad jurídica (art. 14 y 16 constitucionales): inversionistas esperan que los contratos, créditos y garantías se ejecuten con certeza. Si los tribunales se concentran en temas “originarios” o de alta carga fiscal/mediática, dejando en segundo plano la resolución de asuntos mercantiles y civiles, el riesgo de retardo procesal crece.
- Igualdad procesal (art. 17 constitucional): cuando el acceso a la justicia se burocratiza o se orienta selectivamente a prioridades del Estado, se erosiona la confianza de actores privados.
- Ejecución de sentencias y contratos: los asiáticos —particularmente los chinos y coreanos— valoran entornos donde la sentencia firme es sinónimo de ejecución rápida. El historial mexicano de dilaciones y de embargos judiciales inconclusos genera la percepción de que la inversión está expuesta a incertidumbre prolongada. Lo anterior puede genear arbitrajes internacionales ante la OMC y tener repercusiones por nuestra real dependencia formal e informal de productos, refacciones e insumos asiáticos.
Efecto en la atracción de capital
El mensaje que reciben los capitales de Asia es claro: no basta proteger el mercado con aranceles, si los mecanismos de resolución de controversias no garantizan cumplimiento ágil y neutral. Inversionistas sofisticados saben que un proceso trabado en tribunales puede ser más costoso que un impuesto.
¿Y la inflación… cuánto podría moverse?
El impacto será visible en el INPC de mercancías no alimenticias (vestido, calzado, electrodomésticos), donde la dependencia asiática es alta. La traslación de costos será cuestión de meses.
Sí a una política industrial seria —con cronograma, métricas y presupuesto—; no a creer que el arancel, por sí solo, creará proveedores o bajará la inflación. La certidumbre jurídica es tan vital como la aduanera. Si México manda señales de improvisación judicial mientras aplica un arancel agresivo, corre el riesgo de convertirse en un mercado caro, incierto y poco atractivo justo en el momento en que buscaba aprovechar el nearshoring.
Mario Sandoval. CEO FISAN SOFOM ENR. Banquero y abogado con más de 30 años de experiencia profesional a nivel directivo.