No es un asunto de lealtad, fuera de toda duda. El proyecto sigue siendo el mismo, y no cambiará. Pero las circunstancias ya son otras. AMLO, inteligente y conocedor de la historia de México, no se atreve siquiera a pensar en la posibilidad de intervenir en el gobierno de la presidenta Sheinbaum. El problema no está ahí, sino en la inmadurez de algunas de las personas más cercanas al expresidente: no parecen haber entendido quién tiene ahora el bastón de mando.

Siempre ha sido compleja la relación entre las personas geniales. El caso del filósofo Nietzsche y el compositor Richard Wagner puede servir para analizar lo que ahora mismo ocurre en la cúpula del sistema político mexicano. Lo que sigue está basado en un artículo de 2016 de Rafael Narbona en el que analiza el libro Nietzsche contra Wagner.

El 18 de octubre de 1868, Nietzsche escucha en Leipzig, Alemania las oberturas de Tristán e Isolda y Los maestros cantores de Núremberg: “La audición lo convierte en un apasionado de Wagner, al que conocerá unas semanas más tarde”.

“El compositor lo invita a su casa de Triebschen, cerca de Lucerna, Suiza. Nietzsche acepta eufórico la invitación y, durante la primavera siguiente, se reúne con el compositor y su esposa Cosima. El entusiasmo por Wagner crece durante su estancia”. Nietzsche escribe a un amigo que en Wagner “domina una idealidad tan incondicionada, una humanidad tan profunda y emocionante, un rigor vital tan elevado, que en sus proximidades me siento como en las proximidades de lo divino”.

Nietzsche, narra Rafael Narbona, está convencido de que “Wagner es la encarnación del genio al que alude Schopenhauer en sus escritos. Por eso le dedica los capítulos finales de El nacimiento de la tragedia, donde describe al compositor como el heraldo del renacer de la cultura”.

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Es fascinación lo que siente el filósofo por el músico: “Fuera de Richard Wagner yo no había tenido a nadie”. Así que la ruptura entre ellos —son pocas las relaciones entre personas complejas que no se fracturan— condenó a Nietzsche a “estar más profundamente solo que nunca”.

El 22 de mayo de 1872 Nietzsche viaja a Bayreuth, Alemania para estar en la ceremonia de la colocación de la primera piedra del teatro ideado por Wagner para representar sus obras, que sigue funcionando y es un lugar de peregrinación para la gente que admira al compositor.

En Bayreuth “surgen los primeros conflictos cuando Nietzsche manifiesta su admiración hacia Brahms”. Nadie es más celoso que un genio.

Después, en 1876, aparece la Cuarta Intempestiva, titulada Richard Wagner en Bayreuth: “El escrito no escatima elogios al compositor, pero Nietzsche ya alberga serias dudas sobre sus propias opiniones”.

La relación se rompe en 1878 cuando Nietzsche publica Humano, demasiado humano: “El antiguo fervor se ha convertido en manifiesta hostilidad”. Cosima Wagner dijo de las afirmaciones del filósofo: “Sé que aquí ha vencido el mal”.

Cuando en 1883 Wagner muere, Nietzsche recibe la noticia como una liberación: “Ha sido el mayor alivio que yo podía experimentar. Ha sido duro ser durante seis años adversario de aquel a quien más se ha venerado, y mi naturaleza no es suficientemente tosca para eso”.

Friedrich Nietzche, ya refractario a la obra de Richard Wagner, descubre a Carmen, de Georges Bizet, y piensa que esta opera es lo opuesto a la decadencia wagneriana.

Pero el filósofo en realidad no admiraba tanto como decía a Carmen. Sus elogios eran solo un pretexto: “Bizet no me interesa, pero actúa fuertemente como antítesis de Wagner”, como escribió Nietzsche a un amigo.

En otro lado dijo Friedrich Nietzsche: “Si sostengo en este escrito que Wagner es nocivo, no sostendré menos que hay alguien a quien no obstante le resulta imprescindible: al filósofo”. Estas palabras deben ser analizadas con seriedad y sin apasionamiento de ningún tipo en lo más alto del segundo piso de la cuarta transformación.

No tengo duda de que AMLO es imprescindible no solo para comprender el México actual, sino también para gobernar a nuestro enorme país, pero… sin ser Andrés Manuel nocivo en sí mismo —jamás me atrevería a decirlo de esa manera—, quienes se consideran sus principales representantes, y quizá lo sean, evidentemente están causando mucho daño a la administración de la presidenta Sheinbaum.

Estorban al segundo piso de la 4T los escándalos de hombres fuertes solo por su relación con el pasado, único mérito que tienen y que, inmaduros y aturdidos por un poder que no conquistaron sino recibieron como regalo, se sienten tejidos por la mismísima mano de la Virgen —la Virgen Morena, por supuesto—, tan sobrados, tan valentones que no creen en la necesidad de respetar los principios básicos del partido de izquierda, sobre todo el de vivir en la justa medianía.

Si no se castiga el derroche en el estilo de vida y otros abusos de la gente que opera en Morena o en el poder legislativo y que es sin lugar a dudas la más cercana al fundador, esto es, si la ostentación y el atropello desplazan a la austeridad republicana y a la tolerancia democrática todo se va a arruinar. De ahí que el pasado reciente sea, para la presidenta Claudia Sheinbaum, al mismo tiempo nocivo e imprescindible.