La famosa expresión vox populi, vox dei, según he sabido, surgió como una crítica monárquica a la tesis de que el pueblo es sabio, no como un elogio a las decisiones que en política toma la mayoría.

Para confirmar que estaba en lo cierto, recurrí a la inteligencia artificial de Google. Enseguida, en cursivas, lo que encontré en tal fuente de información —que debe ser considerada una suma de todas los análisis difundidos sobre cualquier tema—:

  • La frase vox populi, vox dei (la voz del pueblo es la voz de Dios) tiene su origen en la obra de Alcuino, alrededor del año 798, aunque él la utiliza para criticar la idea de que la voz del pueblo deba ser escuchada como si fuera la de Dios, recomendando en cambio guiar al pueblo.

En resumen:

  • Autor: Alcuino, un teólogo y erudito de la corte carolingia.
  • Contexto: La frase no es una afirmación de la divinidad de la voluntad popular, sino una crítica. Alcuino la emplea para advertir que el pueblo debe ser guiado, no seguirlo, y rechazar la idea de que la opinión pública es infalible.
  • Significado original: La frase original no celebra la voluntad popular, sino que la cuestiona y la desaprueba.

Es importante entender que la frase fue escrita en un contexto donde el derecho divino de los reyes o la autoridad eclesiástica eran preponderantes y no como una defensa de la democracia.

Nadie sabe para quién trabaja...

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Es la verdad. Como nadie sabe para quién trabaja, el autoritario Alcuino regaló a la humanidad, sin pretenderlo, el enunciado que mejor sintetiza la esencia de la democracia: vox populi, vox dei.

Andrés Manuel López Obrador ha roto dos récords: (i) ser el presidente más criticado de la historia, y (ii) ser el expresidente más criticado de la historia.

Como presidente sus críticos le hicieron lo que el viento a Juárez —le tiraron el sombrero y le campanearon los güevos—. Quien lo dude deberá consultar las encuestas aplicadas durante su sexenio: los niveles de aprobación de Andrés Manuel fueron altísimos desde el día uno hasta el momento en que, hace casi ya un año, dejó la presidencia de México.

Como expresidente la comentocracia lo culpa de todo —y todo es, exactamente, todo: desde cualquier pleito callejero hasta, como dije en otro artículo, la lluvia excesiva o la falta de agua—.

Hay una campaña brutal para intentar que Claudia Sheinbaum rompa con AMLO. No ocurrirá, desde luego: si alguien admira, respeta y aprecia a López Obrador es la presidenta de México. Ya debería estar perfectamente claro.

Durante años a Sheinbaum se le trató de debilitar diciendo, en tono ofensivo, que ella pensaba lo mismo que López Obrador. ¿Cuál fue el resultado de semejante cruzada mediática alimentada con muchísimo dinero? Ni más ni menos que el opuesto al buscado por la derecha mexicana: la popularidad de Claudia no solo no disminuyó, sino que creció.

Coincidir con el pensamiento de AMLO es una de las razones principales por las que ella obtuvo dos grandes victorias: ganó primero la encuesta de Morena que decidió la candidatura a la presidencia del partido de izquierda; después arrasó en las elecciones presidenciales.

Lo interesante ahora es saber si las numerosísimas críticas al expresidente López Obrador le han restado popularidad o no. He pedido a MetricsMx una sencilla encuesta de aprobación. Sus resultados los publicaré aquí pasado mañana 11 de septiembre, cuando se cumplan 52 años del golpe de Estado en Chile contra el presidente Salvador Allende, asesinado en esa fecha; suceso terrible que en 1973 determinó la vocación por la lucha política pacífica y democrática del joven Andrés Manuel —quien entonces no había cumplido 20 años de edad—.