Saná, 25 feb (EFE).- El nuevo presidente yemení, Abdo Rabo Mansur Hadi, tomó hoy posesión del cargo en una ceremonia en la sede del Parlamento que supone, tras un año de revuelta popular, el fin a más de tres décadas de mandato de Alí Abdalá Saleh.

Ante representantes de todas las fuerzas políticas, Hadi hizo un llamamiento a la unidad de los yemeníes y advirtió de que "el caos es una probable alternativa para el país" si fracasa este proceso de transición.

Un atentado con coche bomba que causó poco después una veintena de muertos en el sureste de Yemen, apuntaló estos temores en un país castigado por un año de división política y el repunte de los ataques de la red terrorista Al Qaeda.

"La estabilidad depende de la cohesión social. Las elecciones otorgaron a los yemeníes esperanza y a las fuerzas políticas responsabilidad para superar el pasado", subrayó Hadi, que ocupaba el cargo de vicepresidente desde 1994.

En el acto de juramento, al que asistió el enviado especial de la ONU para Yemen, Yamal Benomar, el presidente aseguró que "este momento marca un hito en Yemen al completar el proceso democrático y mostrar al mundo que el país puede superar los problemas".

El nuevo jefe del Estado yemení, único candidato a los comicios que se celebraron el pasado martes, fue elegido por el 99,8 por ciento de los votantes.

La cita electoral, en la que participó un 65 por ciento de los yemeníes con derecho a voto, discurrió con tranquilidad en la mayor parte del país, pero se vio empañada por el boicot y los ataques violentos de los separatistas sureños.

Hadi agradeció a "todo el pueblo yemení sin excepción" la confianza depositada en su persona en esas elecciones, que consideró "una experiencia sin precedentes y un modelo a seguir".

Su nombramiento era de uno de los pasos del plan de transición auspiciado por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que estipula que el nuevo presidente lidere el país por un periodo de dos años durante el que se deberá modificar la Constitución y celebrar elecciones generales.

Entre los aplausos de los presentes, Hadi aseguró que "se abre un nuevo capítulo para un nuevo Yemen, que incluya a todos los yemeníes" y recordó que el pueblo no ha aceptado "soluciones intermedias".

La revuelta en el país comenzó a finales de enero del año pasado para exigir que Saleh no enmendara la Constitución y se presentara a la reelección, pero los opositores acabaron por exigir la renuncia sin condiciones del mandatario.

Los activistas acampados en la Plaza Al Taguir de Saná, epicentro de la revolución, expresaron su optimismo ante esta etapa sin Saleh, quien ayer regresó a Yemen después de recibir tratamiento médico en EEUU y pidió apoyo para el nuevo líder.

El opositor Serash al Naqib, aseguró a Efe en la plaza que sabe que Hadi no tiene "una varita mágica" pero confía en que "acelerará las reformas".

Pocas horas después de la ceremonia de investidura, tenía lugar el citado atentado con coche bomba contra el Palacio Presidencial de la ciudad de Al Mukala, en el que murieron 20 miembros de la Guardia Republicana y una mujer, según un comunicado del Ministerio de Defensa.

Una fuente de seguridad informó a Efe de que un terrorista suicida hizo estallar el vehículo contra la entrada del edificio gubernamental, que sirve de sede al jefe de Estado en sus visitas a la capital de la provincia de Hadramut.

Esta provincia es conocida por la importante presencia de militantes de Al Qaeda, que han tomado el control temporalmente de ciudades meridionales del país.

Por ello, la fuente no descartó que detrás del atentado esté la organización terrorista, que desde el 2009 ha perpetrado decenas de ataques contra objetivos gubernamentales, militares y turísticos en Hadramut.

La lucha contra Al Qaeda es una de las prioridades del nuevo presidente, quien en su discurso de investidura ante el Parlamento en Saná consideró este asunto "un deber nacional y religioso para lograr el retorno de los desplazados".

Hadi se comprometió a continuar la guerra contra Al Qaeda y a integrar a todos los yemeníes, en alusión a los separatistas sureños y los rebeldes chiíes, que tienen su bastión en el noroeste del país.

Lidiar con estos grupos insurgentes y con los terroristas es uno de los desafíos de Hadi, encargado de dirigir este complicado periodo de transición y poner coto a la grave crisis económica.