De estilo rápido y directo, Sánchez vive el fútbol con los cinco sentidos puestos en la portería contraria.

 


Pero, ante todo, el flamante delantero del Barcelona es un tipo reservado fuera de la cancha, alérgico a focos y grabadoras, y amante del buen marisco y el excelente solomillo que frecuentemente le sirven en un conocido restaurante del puerto olímpico barcelonés.

 


El internacional chileno, fichaje estrella del club multicampeón a mediados del año pasado, disfruta de su nueva vida a orillas del mediterráneo en la cosmopolita Barcelona tras dejar la geopolíticamente histórica pero limitada Udine, urbe de paso entre Italia y Eslovenia, a tiro de piedra del mar Adriático.

 


Nacido hace 23 años en la comuna de Tocopilla, puerto de salida de minerales en el norte de Chile, Sánchez nunca se ha alejado demasiado de la costa y no pierde ocasión de degustar un buen crustáceo cuando comparte mesa —siempre en reservado— con sus colegas del Barsa, Gerard Piqué y Dani Alves; o alguno de los familiares que a menudo visitan su residencia en Castelldefels, cerca de la del astro argentino Lionel Messi y, cómo no, la playa.

 


Hijo de un minero que abandonó la familia en su niñez y criado por su tío, fallecido el año pasado, Sánchez destacó pronto con la pelota y sorteó con habilidad las dificultades propias de un entorno pobre y áspero.

 


Hoy, Sánchez tiene fútbol y regates como para aburrir, pero la mejor gambeta siempre se la reserva a los periodistas.

 


Desde que llegara a Barcelona de la mano de su agente, Fernando Felicevich —el mismo que representa a sus compañeros de selección Gary Medel (Sevilla) y Arturo Vidal (Juventus)_, Sánchez se ha parado solo dos veces a atender a la prensa tras un partido.

 


En eso, asemeja a Messi. En otras, dicen, a Samuel Eto'o.

 


Bien es sabido en Barcelona que Messi impone sus propios códigos sobre el césped del Camp Nou. Y quien no cumple con su alta exigencia futbolística acaba relegado a la caseta por el técnico Pep Guardiola.

 


La "maldición del nueve" ya se ha cobrado víctimas tan ilustres como Eto'o, Zlatan Ibrahimovic o Bojan Krkic, que acabaron cobijándose en el fútbol italiano. Pero Sánchez, en trayecto inverso, no dudó en pedir el dorsal que precede al "10" de Messi en cuanto aterrizó. Y, medio año después, "La Pulga" le aceptó formalmente como socio al asistirle en carrera para que anotara su primer gol en el estadio del Real Madrid, donde el Barsa se impuso 3-1.

 


Para la exquisita afición azulgrana, Sánchez también se graduó en el clásico liguero. Quien marca en el Santiago Bernabéu se gana para siempre un sitio en el corazón de los barcelonistas y, por si quedaba algún receloso, su meritoria actuación en el pasado choque de cuartos de final de la Copa del Rey, nuevamente en el coloso madridista, acabó de conquistar pasiones.

"Nos tiene robado el corazón", se deshizo en elogios Guardiola. "Ha hecho un partido fantástico con su despliegue físico y esfuerzo en la recuperación. A veces me da la sensación que vive un poco solo, pero tiene un coraje y una fuerza increíbles. Es muy joven, ha llegado con ilusión y aun no la ha dejado ir".

 


El Barsa le costó convencer al Udinese para que aceptara el traspaso. Fueron 26 millones de euros fijos y 11,5 más en variables para ser concretos. Pero, con siete goles en 10 partidos como titular, el punta ha iniciado con buen pie la amortización de su fichaje. Considerando que se lesionó en la segunda jornada y no reapareció hasta la 11ma, sus números son todavía más convincentes, en especial tras sumar seis goles en los últimos seis partidos del campeonato.

 


El caminó le quedó algo más despejado tras la lesión de David Villa (otro que no acabó de sintonizarse bien con Messi) en el pasado Mundial de Clubes, pero puede argumentarse que el chileno ya le estaba ganando terreno al goleador histórico de la selección española.

Acostumbrado a quemar etapas desde que debutara a los 16 años con Cobreloa, fuera fichado por el Udinese y recalara en Colo Colo y el River Plate argentino, Sánchez tuvo que esperar su turno en el Camp Nou por detrás de Villa y Pedro Rodríguez. Pero poco a poco, fue ganándose un sitio en el once -y el corazón- del entrenador.

 


Y lo hizo como es requerido hoy en día en los campos de entrenamiento barcelonistas: con humildad, asumiendo conceptos y adaptándose a las necesidades del colectivo. Así, Sánchez acabó haciendo caso de las instrucciones de Diego Simeone en River, cuando el hoy entrenador del Atlético de Madrid le insistía una y otra vez en que le sobraba un regate.

 


El ex seleccionador chileno Marcelo Bielsa, que ya lo considera entre los 10 mejores del mundo, le define como "un gran jugador con muchos recursos ofensivos y un tipo entrañable, futbolista de raza, enamorado de su condición".

 

 

Sánchez, que asegura que su estilo saltarín y gambeteador se debe a que "de pequeño jugaba descalzo", pone en el Barsa todo su talento en beneficio de un equipo técnicamente superdotado, y es tan apreciado por su trabajo defensivo como por sus destellos en territorio enemigo.

 


"Su trabajo en la presión es fundamental. Nos ayuda en muchas facetas del juego", resalta Alves.

 

 

Sánchez detesta que comparen su juego con el del madridista Cristiano Ronaldo. Su espíritu altruista en la cancha, como el aprecio que le confiesan los compañeros en el vestuario, estimulan el recuerdo de otro favorito de la afición culé: Eto'o.

 


Despreciado por Guardiola aduciendo falta de 'feeling', el camerunés también es un futbolista de garra y sangre caliente, aunque a Sánchez por ahora no se le han apercibido rastros del carácter temperamental de su antecesor.

 


"Es cierto que tienen similitudes", comentó Andrés Iniesta. "Alex tiene gol, es rapidísimo, se mueve bien al espacio y aguanta bien el balón. Hace el campo grande y eso nos ayuda a los medios", detalló el volante. Ya sabíamos cuando lo fichamos que nos daría muchas cosas. Tiene un futuro espectacular".

 


Sánchez debutó en el Camp Nou ante el Villarreal anotando un gol y quitándose la camiseta, en el gesto más temperamental que se le recuerda.

"Se ha adaptado perfectamente. Como persona es un diez, un espectáculo en el vestuario que siempre está de broma, aunque muchas veces no le entendamos", se ríe Piqué. "Es un crack y en el Bernabéu dio un recital. Te da mucho aire, porque le buscas, se la das, la aguanta de espaldas y se gira de maravilla".

 


"Niño Maravilla" fue su apodo en Argentina. Por ahora, "Alex" basta en Barcelona. Aunque, al ritmo que va, pronto podría ganarse una nueva etiqueta: "roba corazones".