Buenos Aires.- Los enfermos incurables y sus familias tendrán pronto mayores recursos para decidir cómo poner fin a sus vidas en Argentina, donde se anticipaba el miércoles la aprobación en el Congreso de una ley para morir con dignidad.

La medida significa que las familias no tendrán que bregar más para hallar jueces que autoricen a los médicos a desconectar los respiradores artificiales para los pacientes moribundos o en estado vegetativo permanente. Conseguir tal aprobación puede ser muy difícil en muchos países, particularmente en Latinoamérica, donde la oposición de la Iglesia católica sigue siendo muy firme.

La ley era debatida el miércoles en el Senado después de ser aprobada en la Cámara de Diputados el año pasado. Se descontaba la aprobación por amplio margen en parte debido a que prohíbe expresamente la eutanasia o cualquier otro acto que cause la muerte, y en cambio se concentra en los derechos de los pacientes y sus familias. También absuelve a los médicos de toda responsabilidad legal cuando cumplen con el deseo del paciente.

La ley se aplica a los enfermos terminales como también a los pacientes que sufren enfermedades o heridas irreversibles e incurables, y establece que tienen derecho a negarse a operaciones quirúrgicas, hidratación y nutrición, reanimación y sistemas de soporte vital. En vez de buscar una orden judicial, todo lo que necesitan es preparar una instrucción anticipada sobre el cuidado de su salud y firmarla ante un notario, con dos testigos presentes.

Los desafíos éticos que implica la situación se agravan cuando el paciente ya no puede hablar y no ha preparado un documento formal anticipadamente. En estos casos, la ley argentina faculta a los familiares o representantes legales a tomar la decisión en nombre del paciente.

Algunos legisladores manifestaron malestar por la posibilidad de desconectar el soporte vital a alguien que ya no puede comunicarse. El diputado Julián Obligo, del partido conservador PRO (Propuesta Republicana), rogó a sus colegas eliminar esa referencia aduciendo que equivalía a eutanasia al acelerar la muerte. Sonia Escudero, miembro disidente del partido peronista gobernante, sostuvo que retirar la nutrición y la hidratación podría causar dolor a un moribundo.

Expertos en medicina y bioética dijeron lo contrario, que las evidencias científicas demuestran que los moribundos naturalmente dejan de comer y beber por un motivo, que sus organismos se están extinguiendo, y que alimentarlos forzosamente les causa dolor. En cambio, sin alimentos ni bebida, el metabolismo produce sustancias que causan un sentimiento de euforia.