Astrónomos de Europa y Estados Unidos han detectado indicios de vida en Venus, el planeta más cercano a la Tierra. Aunque el indicio es aún prematuro y hace falta confirmarlo, los autores aseguran que este descubrimiento podría ser un parteaguas en la Ciencia.

Los investigadores han encontrado presencia de fosfina o fosfano (PH3), un gas fétido que se forma a partir de un átomo de fósforo y tres de hidrógeno; este gas indica la presencia de microbios suspendidos en las nubes aunque este descubrimiento debe ser confirmado de manera exhaustiva.

“No encontramos ninguna explicación alternativa a la presencia de este compuesto en Venus y necesitamos que la comunidad científica analice nuestros datos y nos demuestre que es posible generar fosfina sin la necesidad de que lo hagan microbios”

Clara Sousa-Silva

Este gas -fosfina- fue encontrado gracias alk telescopio James Clerk Maxwell en Hawái confirmando la misma presencia en Venus usando el de Atacama en Chile. El gas puede ser observado a latitudes de 50-60km de altitud.

La fosfina, por su parte, está presente en la Tierra en donde los investigadores aseguran que la fuente principal del gas se asocia a microbios que viven en entornos pobres en oxígeno; incluido en el fondo de lagos, pantanos, aguas fecales, intestino de animales y de humanos. También se sabe que puede producirse de manera industrial.

Entonces, ¿cómo podría generarse este gas en Venus a 50 km de la superficie de nuestro planeta? El artículo publicado en Nature Astronomy detalla que los hallazgos de la fosfina aunque varios artículos respecto a esto se contrapone: algunos aseguran que es de origen orgánico mientras otros aseguran que no es biológico.

Es por este motivo que nadie ha podido explicar una vía abiótica de la fosfina, al menos no con las cantidades que se han encontrado recientemente en Venus por lo que podría considerarse que existe una fuente de vida en el planeta.

¿Cómo es Venus?

De acuerdo a las investigaciones sobre Venus, el cielo del planeta es anaranjado pero el cielo se vería muy abajo debido a la nebulosidad que presenta y moriría al instante cualquier humano que pisara la superficie pues la presión es equivalente a mil 600 metros bajo el mar.

Su composición es rocosa y tiene un tamaño muy aproximado al de la Tierra, exceptuando que su atmósfera se compone por gases tóxicos que generan un calentamiento global que calienta la superficie a unos 400 grados, la temperatura ideal para fundir plomo.

La atmosfera de Venus está compuesta en un 96% de dióxido de carbono y experimenta un efecto invernadero sin control. Las sondas espaciales que se han enviado solo logran durar apenas unos minutos desde que aterrizan.