Actualmente se está llevando a cabo La Mole Comic Con en el WTC de la Ciudad de México, lugar de reunión de miles de fans de la ciencia ficción, la fantasía, los videojuegos, pero sobretodo los cómics, pues varios artistas de talla internacional se dan cita en el evento para beneplácito de los asistentes. Sin embargo, existe algo que no deja de molestar a varios de los seguidores que buscan el autógrafo de su escritor, dibujante o entintador favorito, y es que en su mayoría, ellos te cobran por poner su firma en cualquier artículo.

Muchos no se explican el por qué de esto, argumentando que sólo rayan la portada del cómic, no se piden que les dibujen un original o algo así. Aunque es molesto, la razón recae en los propios "fans" y el modo de vida anticuario.

Verán, en un inicio, los cómics eran un objeto del todo desechable, si bien alguien podía guardar su colección; en general acababan en los botes de basura de las familias, se leían y se tiraban. Sin embargo, avanzado el siglo XX, los fans comenzaron a darle un valor a los tomos viejos por ser estas una rarezas y antiguedades. Veámoslo así, menciona el filósofo alemán, Friedrich Nietzsche en su Segunda Intempestiva, el el ser humano entiende la historia de tres maneras: Anticuaria, Monumental y Crítica; siendo la primera la que nos compete, pues ahí, todo aquello que sea un reducto del pasado tiene valor en sí mismo, el cual aumenta conforme pase el tiempo. Si bien él se refería a una forma histórica, esta paso a ser económica durante los pasados 100 años (mientras más viejo y raro, mayor su valor).

Ahora bien, regresando al mundo del cómic; esta visión anticuaria comenzó a permear el hobby lo que generó un mercado de compra-venta de títulos de ese estilo, ya no sólo adquiridos por los seguidores de Batman, Superman, Iron Man o el Capitán América, sino por terceros que sólo los buscaban para tener una especie de seguro financiero en el futuro (se adquiere no por un valor sentimental o de fan, sino para guardarlo y ponerlo en el mercado cuando haya aumentado su precio). 

Esto derivó en que se buscará una forma de aumentar más la rareza y autenticidad del ejemplar, para elevar al mismo tiempo su costo coleccionable. Así, estos personajes buscaron la firma de los autores, quienes amablemente las cedían sin imaginar que estas eran usadas sólo para revender más caro el producto y no sólo para tener un buen recuerdo; de hecho, muchos de estos coleccionistas desconocían la totalidad de la obra del artista en cuestión. Curiosamente, las editoriales también fomentaron esto con el lanzamiento de las conocidas portadas variantes.

¿Qué sucedió? Bueno, los autores se dieron cuenta que se estaba lucrando a sus espaldas con el autógrafo que se les pidió, por lo que decidieron ponerle precio a su firma como una especie de contrato no escrito donde se establece que uno puede hacer lo que quiera con ese ejemplar, incluso venderlo 3 veces su precio original (si vas a lucrar con mi firma, que me toque algo de ese dinero). Asimismo, los creadores vieron en esta práctica una forma de tener un ingreso extra a su salario, el cual no es muy alto a menos que seas un consagrado de la industria.

Es cierto que no todos los que piden una firma van a ir inmediatamente a eBay a revender su tomo de La Muerte de Superman o algo por el estilo, pero al no saber eso con certeza, los artistas blindan su obra cobrando una cantidad para rayar una portada o print. Sí es triste y un poco injusto; pero es lo que sucede dentro de ese mundo que es el coleccionismo. Como bien dicen por ahí "Moneytalks".