Lawrence Block es un novelista con un personaje magno: Matthew Scudder, ex detective y alcohólico en recuperación que hace favores a la gente y ellos le pagan por debajo de la mesa.

Después de dieciocho novelas vuelve a la pantalla este personaje con esta historia publicada en 1992 pero situada en 1999 (es algo confuso, pero sigamos). Scudder es encargado de descubrir a los secuestradores y asesinos de la esposa de un traficante, llevando esta historia a lo mas oscuro de la sociedad.

Scott Frank hace esta cinta simple y plana, su dirección no es sobresaliente a pesar de la historia que carga el personaje al que presenta de una forma casi mediocre. La fotografía en cambio es rescatable.

El cineasta queda corto y trata de utilizar a Liam Neeson como la fórmula taquillera en que se ha convertido. El actor sigue marcando su estilo característico que todos conocemos y todos apreciamos bastante.

Esta cinta es para gente que conoce la novela y busca una historia de detectives pre-Internet. Perfecta para desconectarse un rato o disfrutar de una excelente cinematografía de primer mundo.