Nacida en el seno de la burguesía porfirista y con el militar Manuel Mondragón como padre (acusado de haber participado en la Decena Trágica), Nahui Olin supo en los años posteriores a la Revolución Mexicana verse a si misma y crearse una identidad donde la libertad era el timón y la creación artística las velas.

En el Museo Nacional de Arte y hasta el 9 de septiembre puedes conocer a la poseedora de ojos expresivos como creadores; una exposición que no esconde la sed por conocer a este personaje más allá de los rumores de una época plagada de buenas costumbres o desinterés por la mirada artística de las mujeres. Los ojos, la mirada y la reflexión de Nahui Olin marcó un antes y después en artistas como el propio Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl.

Las habilidades estéticas aprendidas en el ambiente europeo durante su juventud le permitieron plasmar en dibujos técnicas visiblemente adelantadas a su tiempo. En sus pinturas el interés caricaturizado por la vida pública postrevolucionaria, especialmente aquellos lugares o momentos que hacían felices a los habitantes de la Ciudad de México, mostrando así una auténtica vocación por las escenas populares. Desde un circo hasta una carpa o pulquería pasando por una boda en Xochimilco.

Su cuerpo también fue otra herramienta más para expresarse. Entre los 30 y 43 años de edad lo prestó a fotógrafos como Ismael Ávalos, Juan Ocon, Librado García, Tuffic Yazbek, Antonio Garduño, Martín Ortiz y Clarence Sinclair, con quien trabajó para los estudios Metro-Goldwyn-Mayer en la película Two Lovers. A casi un siglo de sus “nudes”, hoy se entiende mejor que ella se asumía artista de su propio cuerpo “y por eso su posar consciente es un tomar postura con respecto a la obra de arte y ante la vida”.

En esta exposición también se observan autorretratos y retratos de Nahui con sus amantes, a quienes pareciera contagiar su forma de ver y vivir la vida. Su aportación al debate de nuevas perspectivas y representación del espacio se observa principalmente en “Corrida de Toros” (1924) y “Carlos Landi en la Concha de San Sebastián” (1933): un espacio esférico para plasmar la amplitud de la visión del ojo humano.

Apasionada en sus amores, divertida en sus formas y transgresora que ni Madonna, la recuperación y exhibición de más de 200 piezas -pues otras continúan perdidas por el mundo- acercan a una mujer que revolucionó a su tiempo y sus contemporáneos. 

Cuándo: Hasta el 9 de septiembre. Martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas

Cuánto: 65 pesos

Dónde: Museo Nacional De Arte MUNAL. Tacuba 8, Centro, 06010 Cuauhtémoc, CDMX

Cómo llegar: Metro Allende (línea 2)

Fotos: Raúl Ibáñez / SDPnoticias.com