El matrimonio, así como las relaciones de pareja en general, es algo que requiere de esfuerzo y dedicación para mantenerse.  Y para ayudar a las parejas a superar sus eventuales conflictos, 4 ministros que ofician bodas en Estados Unidos, asesoran a las parejas para desarrollar acuerdos prenupciales.

Basándose en sus largas experiencias, estos ministros dijeron cuáles son los signos que ellos han notado en las parejas, que conducen a una separación inminente… Alertas que nunca están de sobra y que debemos tener en cuenta:

1- Se juzgan mucho

Mordecai Finley, rabino y consejero de parejas, indica que uno de los mayores problemas que ha visto entre las parejas, es cuando uno de los cónyuges es muy crítico con el otro respecto a un comportamiento o aspecto de su personalidad.

“Cuando dirijo mi asesoramiento premarital, usualmente puedo detectar cuando una persona juzga mucho una conducta o un aspecto de la personalidad de su futuro cónyuge. El que critica piensa que eventualmente cambiará esa característica del otro. El criticado asume que el otro se relajará (…) El conflicto es sinónimo de un problema mayor: la renuencia a aceptar de manera profunda y honorable a la otra persona”, indica.

¿Qué recomienda en este ámbito? “Antes de que te plantees cambiar algo de alguien, pregúntale si realmente quiere cambiar. Si no, acéptalo y no te cases. Y al otro, al criticado: si la otra persona no para de juzgarte, fíjale límites claros y firmes. Si tus límites no son respetados, no te cases”.

2- Los cónyuges creen que están “incompletos” sin el otro

Judith Johnson, doctorada en psicología social y ministra interreligiosa (especialista en todas las religiones), explica que muchas personas cometen el error de “creer en una ilusión romántica de que su pareja los ‘completa’” y que, por lo tanto, “son ‘perfectos’ el uno para el otro”.

El problema con esto es que dicho individuo en realidad está enviando un mensaje negativo hacia sí mismo y a su pareja, porque esto es como decir ‘yo, por mí mismo/a, no soy suficientemente bueno/a. Necesito a otra persona para ser feliz’, y eso hace que recaiga sobre el cónyuge una responsabilidad excesiva e irreal.

“Percibo esto como un signo de gran inmadurez e inseguridad. A menos que el individuo supere esto, usualmente daña la relación, porque el cónyuge comienza a sentirse agobiado con la responsabilidad de tener que cargar con su pareja, en lugar de contar con alguien que enfrente todo a su lado como un igual”, añade.

3- Uno racionaliza los comportamientos o comentarios extraños de su pareja

Jp Reynolds, otro ministro interreligioso y autor del libro Cómo oficializar una boda no confesional, aporta que hay personas que cometen el error de racionalizar el comportamiento del otro, en el sentido de que intentan encontrar respuestas lógicas a acciones o comentarios que les parecen extraños o fuera de lo común en sus parejas… y, muchas veces, dichas respuestas están equivocadas, por lo que terminan malinterpretando a sus cónyuges.

¿Por ejemplo? “Una novia una vez me dijo que había tenido una discusión con su prometido, y que al final él le había dicho ‘piensas que sabes todo sobre mí, pero no es así’ (…) Ella le restó importancia, diciendo ‘oh él siempre es así’. Un año después, ella quedó embarazada y recién ahí supo a qué se refería él con su afirmación. A él no le gustaban los niños, así que se divorciaron”, relata el experto.

4- Cualquier cosa es más importante que la relación

Jeddah Vailakis, ministra interreligiosa muy cotizada en Nueva York, dice algo que muchas personas saben, pero que tienden a olvidar: “si tu trabajo, tu familia o tus amigos siempre están antes que tu relación, es un signo de que algo va terriblemente mal”.

Su consejo es que afronten todos estos problemas en pareja. “Ustedes dos son una unidad, lo que no quiere decir que no puedas tener áreas de tu vida en que el otro no esté presente, pero hay problemas, como tener un familiar enfermo, que pueden enfrentar juntos”, recomienda.

5- No hay igualdad entre ambos 

Otra preocupación de la doctora Judith Johnson es cuando ambos cónyuges no tienen una relación igualitaria, es decir, cuando la balanza tiende a inclinarse demasiado hacia uno de ellos, sin estar equilibrada.

“En una relación saludable, ambos individuos se sienten confiados en sí mismos y valoran el punto de vista del otro. Por otra parte, cuando ocurre que uno de los cónyuges siempre siente la necesidad de ‘ganar’ y todo el tiempo tiene que salirse con la suya, el otro comienza a ser excluido y silenciado. Cuando pasa un tiempo, dicha relación se vuelve cada vez más desbalanceada e insatisfactoria”, narra.

Con información de The Huffington Post.