Tal vez no te has dado cuenta, pero las quejas son una constante en la vida: que si el desayuno estaba frío, que si tienes dolor de cabeza, que si la gastritis, que si el camión está muy lleno, que si ya se está acabando la quincena… y si no eres tú quien suena reproches a cada momento, quizá sea alguien que tienes cerca.

De hecho, esta práctica es tan común que se calcula que en. Una conversación cotidiana hay alrededor de una queja cada minuto, lo que, según explica Trevor Blake , autor de Three Simple Steps es bastante normal, pues un malestar es la forma más rápida y eficaz de generar confianza con una persona.

Ya sabemos que es molesto escuchar quejas una y otra vez, pero aunque no lo creas, esto puede tener consecuencias mucho más allá de la incomodidad que podría representar. De acuerdo con Jessica Hullinger, del proyecto Complaint / Restraint, quejarse puede afectar tu salud.

Hullinger propuso a un grupo de voluntarios que aceptaran el reto de no quejarse para nada durante un mes completo. Nada, no podían sollozar, llorar, gritar o emitir algún gemido por dolor o esfuerzo.

Enojado hombre oficina

En un inicio, la idea era que la gente pudiera hallar beneficios personales al tratar de ver la vida con ojos más positivos, pues "cuando nos quejamos, el cerebro libera hormonas propias del estrés que dañan las conexiones neuronales en áreas utilizadas para resolver problemas y otras funciones cognitivas.

Sin embargo, esto también sería positivo para las personas alrededor de quien decidió no quejarse ya que, según explica la autora citando a Jon Gordon, los daños causados por las quejas son comparables con los que produce el humo para un fumador pasivo. Por lo tanto, en un ambiente donde todo el mundo se queja, sería como estar en una habitación cerrada en donde todos fuman.

De hecho, una investigación de la Universidad de Stanford asegura que media hora de quejas al día daña al cerebro de forma importante ya que despega las neuronas del hipocampo, la parte del cerebro encargado de resolver problemas y la función cognitiva.

Ahora que lo sabes, quizá deberías pensarlo dos o tres veces antes de dejarte salir tu parte más quejumbrosa, o al menos, antes de poner demasiada atención a las quejas de tus colegas.

Con información de Fast Company, Science Alert