Adaptada de la novela M.L. Stedman, Derek Cianfrance nos sorprendió a todos con su película visceral “My blue valentine” donde saca las mejores actuaciones de la carrera a Ryan Gosling y Michelle Williams. En esta ocasión intenta contar una historia totalmente dolorosa pero de una forma totalmente intencional, tomando el trabajo de los actores con la cámara para dramatizar al máximo sus escenas.

Una historia donde los personajes parecen ser sacados de un leyenda griega. Una pareja busca tener hijos a como dé lugar pero desafortunadamente con dos intentos fallidos las esperanzas son casi nulas hasta que un día el mar les lleva a sus brazos una bebé flotando junto con un cadáver. Ellos decidirán tomar como suya a la criatura y es aquí donde comienza un mar de sentimientos y culpa.

El realizador toma las riendas del drama y le da a sus actores principales la tarea de ser marionetas. Michael Fassbender y Alicia Vikander actúan desde dos espectros muy diferentes. Fassbender intenta crear a un sobreviviente de la primera guerra con síndrome post guerra, un tipo al que nada le parece sobresaliente, mientras que Vikander es un mar de lágrimas y dolor. Esta pareja no logra encontrarse en un punto medio, lo que deja a la audiencia en completa confusión y como resultado poco interés por el resultado final.

El realizador evoluciona de forma negativa volviéndose al no confiar con la capacidad de sus actores que él mismo seleccionó.

Conclusión: evita ver en salas esta historia de dolor y moral.