Godzilla es uno de esos fenómenos culturales un tanto inexplicables para occidente; nacido como una representación del temor nuclear del japonés de la post-guerra (azotado por la destrucción de dos ciudades en cuestión de segundos), se convirtió en todo un referente del cine del siglo XX, siendo partícipe del ninguneado género de monstruos gigantes o kaiju. Si bien en tierras asiáticas tenía un fundamento fuerte, en este lado del mundo no había algo que vinculara con el público, aún así, logró ganarse una buena cantidad de fans; que quedaron encantados con su historia, simbolismo y producción un tanto irrisoria.

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Si bien nunca se dejaron de hacer películas del Rey de los Monstruos en oriente; Hollywood siempre ha querido explotar la franquicia con sus medios, fallando en un par de ocasiones, con la pésima Godzilla vs King Kong y la reinvención de los 90, que destruía Nueva York en lugar de Tokio. Un tercer intento sucedió en 2014, cuando Warner y Legendary presentaron una versión un poco más acorde a la idea original.

Sin embargo, esa entrega no estuvo exenta de problemas y críticas, como el hecho de que el personaje principal no se dejaba ver hasta el final. Aún así consiguió el suficiente impacto para tener una segunda parte que llegan en la forma de King of the Monsters, obra que arregla varias cosas; pero mantiene algunos vicios menores.

Monstruo contra monstruo en una trama ecologista

King of the Monsters toma como base fundamentos ecologistas y a favor de los animales, sólo que llevados al extremo, pues aquí tenemos bestias descomunales. El eje principal de la historia gira en torno a la familia Russell, quienes están segmentados debido a su idea acerca de los kaiju (aquí titanes), pues "Gojira" fue responsable indirecto de una tragedia para ellos.  Por un lado tenemos a la doctora Emma Russell que pretende entender a estas criaturas, pues cree que son clave para salvar al mundo de un desastre ecológico, por el otro esta su esposo, Mark, quien guarda gran resentimiento y preferiría ver a todos los monstruos muertos; en medio tenemos a su hija, Madison, quien se debate entre el amor que le tiene a cada uno de sus padres, así como sus objetivos.

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Este drama familiar sirve de excusa para la llegada de un grupo ecoterrorista que pretende liberar a todos los titanes que duermen en diversas partes del mundo, entre ellos al poderoso King Ghidorah. Así, más que presentarse como seres destructivos, Godzilla y compañía son vistos como fuerzas de la naturaleza, cuyo enfrentamiento corresponde al mismo ciclo vital de la Tierra; vendiendo al humano como mero huésped.

Aún así, la trama no busca ahondar más en este sentido; lo cual no es malo, ya que rápidamente se pasa a la acción y presentación de los animales formidables, que es lo importante en este tipo de películas. Es cierto que tenemos casos como el Shin Godzilla, donde Hideaki Anno hace una crítica al gobierno japonés y su extrema burocracia, incluso en momentos de crisis; pero este no es el caso y tampoco es necesario, puesto que el punto es ver al Rey haciendo gala de su poder.

Mucho Godzilla pero también mucho drama

Como mencionamos, una crítica de la primera Godzilla es que casi no lo veíamos, en este caso se remedia eso presentando monstruos desde los primeros minutos y momentos cumbre de manera reiterativa; literalmente tenemos animales gigantes tratando de matarse continuamente en las más de dos horas de metraje. Estas secuencias son excelentes, dando lo que todo el mundo esperaba cuando se anunció la gran batalla; si bien hay momentos donde la acción se desarrolla en la noche y en ambientes obscuros, todo fluye de manera adecuada siendo las mejores partes de la película.

Lamentablemente sufre del mal de "Transformers", esto es, le dan peso innecesario a las personas. Como mencionamos, los Russell son los protagonistas "humanos" del filme, si bien sirven como hilo narrativo para entender la relación entre los kaiju y la población, además de contar con un peso significativo en la trama; llega un momento en que son innecesarios, cortando la acción de las batallas, parecido a lo que pasaba en la saga de los robots, cuando los momentos importantes de los autobots eran cortados para ver lo que hacía Sam y compañía.

En este caso son las peleas de Godzilla las que se cortan a la mitad para ver más de la relación disfuncional de la mencionada familia, en pasajes donde deberían de ser olvidados.

He aquí al Rey

Godzilla: King of the Monsters dista de ser la mejor película del monstruo; pero sí es la mejor hecha de este lado del planeta. Si bien aún Hollywood no se atreve a centrarse completamente en el Rey Kaiju, poco a poco le da su peso. Lo único que falta es encontrar el equilibrio entre la trama humana y la monstruosa, como ya lo logró TOHO en Japón.

Si son fans puristas de Godzilla, les agradará saber que es una película decente, fuera de la sobrexposición humana, que merece una oportunidad. Si por el contrario, conocen levemente al personaje y su idea es ver lagartijas gigantes golpeándose, créanos que tendrán lo que buscan en su máxima expresión.