Las mujeres transexuales son las principales víctimas de crímenes de odio por homofobia, situación que ha reducido su esperanza de vida entre 29 y 35 años, denunció Gerardo Sánchez Guadarrama, periodista independiente e investigador de temas relacionados con la población LGBT+.

"Es gravísimo lo que pasa… El promedio de su esperanza de vida está entre los 29 y los 35 años, porque las matan, no pueden llegar a más”.

Gerardo Sánchez Guadarrama, periodista e investigador de temas relacionados con la población LGBT+.

El periodista criticó que en plena época de Internet, tecnología y avances médicos, estos crímenes provoquen que las mujeres trans vivan como si estuvieran en 1800 o 1900.

Sánchez Guadarrama explicó que la población trans está integrada específicamente por mujeres confirmadas de sexo y género, ese es el término aprobado o avalado por la comunidad; una mujer confirmada en su sexo y género es alguien que nace con cuerpo de hombre, pero su convicción es ser mujer.

“Llegado el momento, ella decide confirmar su sexo-género en mujer e inicia un proceso de cambio para ser congruente con su sentir y pensar”.

Sobre los lugares donde más se registran los crímenes contra mujeres trans, el investigador dijo que de acuerdo con reportes de Organizaciones no Gubernamentales (ONG), en México, la capital del país es uno de los estados más violentos para la población transexual, lo mismo que Veracruz.

“Parte del problema es que no hay cifras oficiales, por ejemplo sólo un estado (Guerrero) nos dio cifras de su procuraduría”.

El periodista dijo que en esa entidad reconocieron un par de asesinatos de transexuales y en Durango les dijeron: 'nosotros sólo te podemos compartir de un sólo distrito donde admite que hay crímenes contra la población LGBT’”.

Ante ello, lamentó que el hecho que haya leyes y protocolos no significa que las apliquen. Por ejemplo, señaló que en Guanajuato o Baja California, estados tradicionalmente conservadores, sus códigos penales ni siquiera consideran el concepto orientación sexual, situación que consideró muy preocupante.

“Estamos ante un estado homofóbico al no querer reconocer en sus leyes una problemática, que tiene que ver con la comunidad LGBT”.

El investigador adjudicó esto a limitantes culturales y falta de sensibilidad en los tomadores de decisiones e impartidores de justicia.