Tras el título número 12 del América con el que se corona como el Club con más títulos del futbol mexicano. José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo, hijo del veterano periodista  "Joserra" escribió una polémica nota en el diario español, As.

El artículo se expresa "sarcásticamente" sobre la metamorfosis que vivió el Club América, tanto en valores como institución, cuando fue comprado por la Familia Azcárraga. 

La nota se remonta hasta el 22 de julio de 1959, cuando el Club de Fútbol América fue adquirido por Emilio Azcárraga Milmo, hijo de Emilio Azcárraga Vidaurreta propietario de Telesistema Mexicano, la empresa que hoy día es Televisa. Entre sus primeras decisiones como dueño del club fue el de contratar a Guillermo Cañedo de la Bárcena como presidente del club, quien procedía del Zacatepec, en el cual tuvo un exitoso desempeño alcanzando los títulos de liga de 1954-55 y 1957-58. Los primeros años con su nuevo dueño fueron de estudio y siembra. Es la época que corresponde propiamente a la década de los 60. Entre los apodos del equipo se encontraban "Los Canarios", por los colores de su uniforme, y "Los Millonetas" por sus propietarios.

Compramos al América porque nuestra meta es conseguir la sede para México del Mundial de 1970. Si no estamos dentro del fútbol no podremos hacerlo. Yo no sé nada de fútbol, pero me han dicho que el mejor directivo es Guillermo Cañedo, que el mejor técnico es Ignacio Trelles y que los mejores jugadores son argentinos y brasileños. Sobre esa base voy a construir al América del futuro.” Dijo Emilio Azcárraga Vidaurreta, 1959 el día que se anunció que Telesistema Mexicano había comprado el Club América. 

América: el doceavo mandamiento: José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo

Hace más de treinta años el Club América renunció a la etimología que le daba un nombre. Abandonó el color de su uniforme y escondió sin conseguirlo del todo, el dinero que le dio prosperidad. Un equipo “crema” y refinado, o “milloneta” y estirado, decidió transformarse en Águila.

Con ese mote el América se integró a la fauna del fútbol. Chivas, Pumas, Tigres, Tiburones, Leones o Zorros, parecían identificarse mejor con ese espíritu guerrero que tanto gusta al aficionado mexicano. A falta de un estilo que justifique la fiereza, el animal que algunos equipos llevan dentro ampara el juego de pelota que por lo general, en México sigue siendo un ejercicio pagano. Jugar como Pumas, jugar como Chivas, jugar como Tigres o jugar como un León, no garantiza el éxito. En cambio derrotarlos, dominarlos, es visto como señal de grandeza.

Desde que América encarna un Águila ha ganado nueve campeonatos. Nueve títulos en treinta y tres años sobre doce totales en noventa y ocho años de historia. No hay equipo en todo el fútbol mundial al que un mote le haya cambiado tanto la perspectiva histórica: mandarás, comprarás, venderás, controlarás, robarás, arrebatarás, arrasarás, jugarás, gustarás, golearás, ganarás y sobre todas las cosas, volarás. Ayer el América cumplió su doceavo mandamiento. Para los naturalistas del fútbol el Águila es señal de poder, un vigilante imperial que apeló al escudo nacional como símbolo de pertenencia. Para el resto, es un equipo que sobre el campo merece más títulos que ninguno. De forma legítima o ilegítima, el América lo posee todo. En cualquier caso, de las grandes bestias que habitan en el fútbol mexicano, el Águila, es la única que ha logrado preservar su especie.