“Se recibe a los hombres según el vestido que llevan, pero se les sale a despedir según el talento que han demostrado.”<br><br>

Musharrif al-Dīn ibn Muṣlih al-Dīn “Saadi”

"Ya falta poco para declarar que se domó la pandemia"

Andrés Manuel López Obrador

Mi más sentido pésame a todos quienes hoy saben con certeza o tienen elementos sólidos para sospechar que su familiar o su amigo murió de COVID (mismo si su acta de defunción diga otra cosa).

Mis condolencias para quienes no pudieron despedirse de su ser querido, pues murió contagiado por el virus.

Mi pesar a quienes tuvieron que atestiguar cómo su madre, su padre, hijo o esposo falleció sin poder respirar, infructuosamente intentando ingresarlo a un hospital para ser tratado.

Reitero mi dolor por los familiares de todo el personal médico que ha muerto al haber sido infectado durante esta pandemia; terrible ha sido carecer de material de protección adecuado.

También comparto la impotencia de muchos por no saber si en realidad son 6,500 las muertes en México acumuladas al momento por COVID o muchas más; la rabia de no contar con cifras oficiales confiables y con procesos de registro de defunciones medianamente efectivos, expeditos y que distingan la causa de las afecciones que produce (neumonía atípica, bronconeumonía, paro respiratorio, paro cardiaco, etcétera).

De verdad lo siento por México que ya entró en la lúgubre lista de los 10 países con mayor número de muertos por Coronavirus, teniendo muchos de sus crematorios al tope.

Hoy, aunque algunos opinen que es guapo y que habla bonito y de corrido, es insostenible que López Gatell siga a cargo de la ¿estrategia? para aplanar la curva del COVID-19 (récords al momento con los 424 y 420 muertes registradas en los últimos dos días). Resulta ya una burla llamar estrategia a una sarta de ocurrencias y decisiones en las cuales nunca cupo —ni cabrá— el sentido común.

Las cifras danzantes, la falta de pruebas, la negación del uso del cubre bocas, la indolencia por la escasa protección para el personal de salud, la indiferencia para estar preparados, el desdén para contestar a los reporteros y la sorna al país por no hacer un verdadero esfuerzo para cuidar a sus habitantes, no debe de tolerarse.

El doblegar la ciencia a la política y la salud de los habitantes a un sistema que fue metódicamente desmantelado, es vergonzoso; el bienestar y la vida de miles de personas corre peligro.

De forma continua, López Gatell le ha mentido a todo México. Empezando con el presidente AMLO y con todas las personas que han seguido sus vespertinas. Las cifras han sido trucadas y él ha dado rienda suelta a su afán de ser protagonista del micrófono en lugar de serlo en su profesión.

¡Qué tristeza! López Gatell falló a dos juramentos: al de Hipócrates (respeto a la vida) y al entrar al servicio público. Art. 128 Const. “todo funcionario público, sin excepción alguna, antes de tomar posesión de su encargo, prestará la protesta de guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen". No cuidó a la ciudadanía.

¿Entenderá el presidente López Obrador que —al igual que en el 2009– ha llegado el momento de remover al subsecretario López Gatell de su cargo? Este, ante su estulticia, debería renunciar; si eso no ocurre, López Obrador tendría que despedirlo. Los costos de no hacerlo, no serán solo políticos y no los pagará solo López Obrador. Se traducen en víctimas mortales.

Al presidente, mis sentidas condolencias por haber dejado por tanto tiempo a Hugo López Gatell como el encargado para enfrentar la pandemia; los resultados están a la vista y confirman una mala decisión.

Mi más sentido pésame a México, por los muertos culpa de las pésimas decisiones de esta administración.